17/4/12

Madrid, 1987

Hoy he visto Madrid, 1987, una de un viejo verde, una fresca y mucha prepotencia.
y punto

Debo reconocer que fui a ver esta película sin muchas expectativas. David Trueba es una de esas personalidades que me ponen nervioso cuando dan una entrevista. La alta estima que tiene de sí mismo le obliga a criticar a los demás. Le pasa un poco como a su hermano Fernando, son de esos que se meten con el cine que busca hacer dinero pero, a la vez, defendieron la gestión de la SGAE en su tramo más oscuro y tildan de delincuentes a gran parte de los internautas. Esto no se dice directamente, pero es la idea que saco de esta frase de Fernando Trueba: “Lo que no puede ser es que a mí me puedan robar una película y yo no pueda robar en un banco Santander con la ilusión que me haría".

Si empiezo de esta manera tan crítica, es para explicar al lector las pocas ganas con las que acudí al cine. Aun así, como hace un par de años me sorprendió con la genial serie ¿Qué fue de Jorge Sanz?, decidí darle una oportunidad.

Y los vecinos ni caso
La trama nos presenta a Miguel y Ángela, veterano periodista sabelotodo y jovencísima estudiante curiosa. Ambos quedan en un bar con la excusa de revisar un trabajo que ella prepara para la universidad pero, como era de esperar, terminan en un piso prestado y ya sin ningún otro motivo que el obvio. El caso es que por unas cosas u otras terminan desnudos en un cuarto de baño con la puerta atascada. Esto obligará a la atípica pareja a pasar una larga velada hasta que alguien llegue a rescatarlos.

El periodista cansado
José Sacristán está absolutamente inmenso. Su cavernosa voz embelesa desde el principio y consigue ir hilando una frase célebre tras otra de un modo cómodo, casi sin esforzarse. María Valverde no es que esté brillante, pero se puede decir que aguanta el envite de su compañero de un modo muy aceptable.

A ver si viene alguien y me alejo de este plasta...
El guión, que consiste en poner en la boca de Sacristán un listado interminable de sentencias catedralicias, engancha. La idea que me había formado de David Trueba gracias a dos o tres entrevistas, coincide absolutamente con lo que ha escrito en sus diálogos. Bueno, en realidad es más bien un monologo, pero el caso es que lo que a manos de otro creído podría resultar un asco, Trueba lo vuelve tan prepotente, pedante y pretencioso que hasta gusta. Todo eso enmarcado en la sencillez del cuarto de baño y con la excusa del desnudo exterior para llegar al desnudo completo.

Ese tema es el que no termina de convencerme. La película es lo suficientemente original e interesante como para tener que hacer que los protas se pasen toda la peli en porretas. No creo que Sacristán hubiese actuado de un modo menos visceral si le dejan unos pantalones. En cuanto a María Valverde, parece que se siente más cómoda con poca ropa así que lo mismo era para que la actriz trabajase a gusto.

Tú descuídate un momento que te vas a enterar...
La película entera está plagada de frases lapidarias para el recuerdo, tantas que no voy a recrear ninguna, para eso pagad la entrada. Lo que sí que quiero subrayar es la genialidad de la escena en la que, sentados en la bañera y mirando un marco vacío con unos azulejos al fondo, los protagonistas van al cine. Sacristán hace una narración tan conmovedora y estudiada que casi recuerdo visualmente esa peli que realmente no vemos. Un momento tan imaginativo y especial que resulta difícil de explicar cuando se piensa en el reducido escenario, reparto y presupuesto. Y vestuario claro.

En conclusión, una obra para todo cultureta y gafapasta que se precie. Esto lo digo en el buen sentido que quede claro. Aléjense palomiteros, conservadores y gente con prejuicios. Cada cual tiene su película oiga, no pasa nada.
Así da gusto ir al cine
Aquí el tráiler. Una nueva sorpresa de David Trueba tras la ya recomendada ¿Qué fue de Jorge Sanz?. Como no he visto nada más de él, os voy a recomendar los dos experimentos que más me gustan de su hermano, el documental El Milagro de Candeal y la peli de animación Chico & Rita. Supongo que ahora tendré que hacer mis deberes y ponerme más pelis de esta familia pero, aunque amen a Billy Wilder, no olvidaré que odian a Luc Besson. Un 7.

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