10/12/13

La Gran Belleza (La Grande Bellezza)

La Gran Belleza (La Grande Bellezza), una de dejarse llevar y quedarse embelesado durante horas.

Jep Gambardella buscando lo imposible
Hay un tipo de cine que depende más de quién sea su espectador que de sí mismo. Películas más bien poéticas y visuales, carne de festivales y salas pequeñas que por su complejo argumento introspectivo, o precisamente por la falta de este, pueden resultar a la vez formidables y horripilantes para dos tipos de gustos similares en butacas contiguas. Cuando esto ocurre, la película es grande lo queramos o no.

Hace poco tuve la mala suerte de que me tocase ser de los que no consiguieron entrar en el juego de Holy Motors, una de estas obras por las que los especialistas cavan trincheras. Me resultó un truño insoportable y reconozco que envidio al que sí la supiese disfrutar. Ahora, con toda la crítica a su favor, reciente ganadora de los premios de cine europeos y con un trailer mal concebido, me enfrentaba a La Gran Belleza con el miedo de quien se sabe no preparado para lo que se le viene encima y esperando un sopor incontrolable. Otra vez, me confundí.

Viva l'Italia
Desde su inicio, Paolo Sorrentino hipnotiza al espectador para llevarle a su terreno. Embriagado tras una fiesta irresistiblemente hortera, te agarras al ácido periodista como único aliado contra la resaca y la estupidez entre la que se mueve. Poco a poco, gracias a conversaciones fingidamente casuales, la película descubre que su argumento será su protagonista, un Toni Servillo que parece por encima del bien y del mal hasta cuando decide no estarlo. Para entonces ya no hay marcha atrás, sigues al cínico y pesimista Jep Gambardella en busca de esa chispa que le haga sentir algo de verdad, en busca de esa gran belleza que parece rodearle pero no terminar nunca de manifestarse en plenitud.

La gran jefa
Todo funciona, sin más. La fotografía de Luca Bigazzi saca de la capital italiana lo que le hubiese gustado conseguir a Allen en A Roma con Amor, descubrir, además de nuevos rincones, puntos de vista mágicos de los más trillados.

La música es una compilación perfecta, desde los clásicos para los elementos más poderosos a las macarradas latinas de las fiestas de la opulencia.

El guión, del mismo Sorrentino y Umberto Contarello, sabe cuando debe mantener en segundo plano a su protagonista para sacarle a la luz en el momento justo. Le concede además momentos memorables en ambos aspectos, ya sea llevando la batuta al responder brutalmente a una amiga o siendo un mero observador en su balcón, flamencos incluidos.

Todo esto lo digo como espectador que ha caído en las redes de esta película y ha tenido la suerte de disfrutar de ella de principio a fin. Si usted tiene dudas sobre si su experiencia puede ser tan positiva, mi única recomendación es que lo intente por si acaso, mejor pasar por Holy Motors que perderse La Gran Belleza.

Qué más queréis
Aquí el trailer. Dicen que es una nueva versión de La Dolce Vita de Fellini, a mi me gusta más esta. Un 9.

2 comentarios: