24/5/14

Big Bad Wolves

Big Bad Wolves, una sobre psicosis sociales y venganzas personales.

Cartel molón
Producción israelí con forma de thriller pero corazón de comedia negra como el carbón. Aharon Keshales y Navot Papushado escriben y dirigen la que es su segunda película tras la retorcida Rabies. Que se haya estrenado esta y no corriese la misma suerte que su debut, se debe a la presencia de Quentin Tarantino en uno de los festivales donde se proyectó y a su frase al salir del cine: “Es la mejor película del año”. Podemos estar más o menos de acuerdo con la sentencia, pero que va a acompañar a cada afiche y producto de Big Bad Wolves por siempre jamás, es un hecho.

La trama nos presenta un pueblo donde han ocurrido diversos asesinatos de niñas. El padre de una de las víctimas no soporta la presión y secuestra al mayor sospechoso con la intención de hacerlo hablar. Uno de los policías implicados en el caso, cansado de la falta de pruebas, también decidirá tomarse la justicia por su mano.

Rotem Keinan es el supuesto asesino y Lior Ashkenazi y Tzahi Grad los maestros torturadores y uno de los grandes aciertos del film. Ashkenazi está soberbio como policía quemado con el mundo pero de fondo bienintencionado. Su interpretación es tan opuesta a la que hizo en Pie de Página que me ha sido imposible reconocerle hasta buscar su ficha. Además, sin barba ha dejado de parecerse a Steve Carell para ser una especie de Jeremy Renner.

Típica localización de clip de metal
La banda sonora de Haim Frank Ilfman sorprende al tener una calidad fuera de lo normal en lo que se supone que es una producción israelí humilde y casi de género, si no de gore directamente.

El tercer elemento fundamental, tras la música e interpretaciones, es la dirección y gusto estético de sus realizadores. Cruda y clara como ella sola, transmite la porosidad de la piedra de las paredes mientras sabe mirar hacia otro lado cuando ya hemos tenido suficiente.

Salseo salseo
Por otro lado, no se puede decir que el guión sea una maravilla. Los diálogos y elementos más cómicos funcionan pero la trama en sí es demasiado simple. Puede que en su empeño por contar a grandes rasgos sólo esta parte de la historia, se hayan quedado algo cortos con el relato. No sabemos prácticamente nada ni del antes ni del después y parece que carece de interés alguno.

En definitiva, una obra atractiva, elegante y directa a la cara. Un ejercicio gamberro pero inteligente de dirección donde el cuento se pone por encima de la historia. Una película que ha conseguido salir a flote gracias a la frase que puede lastrar la opinión de muchos por aquello de las altas expectativas. Si vas a verla sin tener en cuenta la promo del bueno de Quentin, te gustará más. Al fin y al cabo, también incluyó en la lista de 2013 a El Llanero Solitario.

A ver, algo habrás hecho y me lo vas a contar
Aquí el trailer. Si te gusta la carnaza de Encontré al Diablo o Sympathy for Lady Vengeance, te gustará pero ojo, no esperes una construcción de relato tan molona como en Prisioneros, esto es como hora y media de la escena del baño. Un 7.

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