Locke

Locke, el heroísmo de asumir responsabilidades.

No es un Winding Refn pero me vale

Un hombre y un coche, eso es todo lo que ha necesitado Steven Knight para sorprender durante 85 minutos. Si luego se profundiza, se encuentran más elementos como un guión bien estructurado, una interpretación sublime, la cautivadora imagen de una carretera en plena noche o un manos libres que echa humo pero, en esencia, un hombre y un coche.

La trama nos presenta a Ivan Locke, un hombre con familia y éxito empresarial que está decidido a arriesgarlo todo por ser consecuente. Con su mujer e hijos esperando en casa y uno de los días más importantes de su carrera a la mañana siguiente, seremos testigos de cómo el edificio más estable puede venirse abajo si se descuida un solo detalle de su cimentación.

Tom Hardy está poderoso. Con un resfriado real que incorpora al personaje como curiosidad para el futuro, aguanta con estoicidad todo el metraje descubriéndonos a un tipo que lucha contra su propio apellido. Calmado y seguro, con los cálculos bien hechos sobre lo que podría pasar en cada llamada, los aciertos de Hardy y Knight se empastan hasta atrapar al espectador dentro del mismo vehículo.

Puede que a ratos intente abrir la ventanilla y no funcione. Entiendo que sea tan clara esa recriminación al padre ausente, base primigenia de todo esto, pero la obviedad de la banda sonora en dichos segmentos choca contra la pulcritud del resto, cuidado, elegante y funcional, como su protagonista.

Locke es una película por la que es fácil dejarse atrapar pero entiendo de difícil recomendación, hay que querer hacer el viaje. Si crees que puedes aguantar este paseo en coche, inténtalo que la recompensa merece la pena.

La que has liado pollito

Aquí el trailer. Podría cerrar una genial trilogía formada por Última Llamada y Buried. Un 7’5.