Mil Veces Buenas Noches (Tusen Ganger God Natt), lo tuyo o
los tuyos.
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| Aviso, el cartel NO define la película |
Producción noruega con reparto internacional dirigida por
Erik Poppe. No hay que dejarse engañar por el título, que no termino de
entender, ni por su promoción, que casi parece proponer un drama romántico.
Nada de eso, aquí se juega con las emociones pero no las relaciones sentimentales, si no con las que vienen de dentro como el odio, la rabia y la responsabilidad humanitaria profesional por encima de la familia.
La trama nos presenta a una exitosa fotógrafa de guerra que
se juega la vida en cada viaje. Del último vuelve inconsciente tras la
detonación del chaleco bomba de la mujer a la que estaba realizando un
seguimiento. Su marido e hijas no pueden más, viven esperando la fatídica
llamada y, ahora que ya la habían recibido y llorado, parece que vuelve a empezar. Viendo el
círculo repetirse, el padre de familia planea distanciar de una vez a la
profesional del riesgo de las niñas pero claro, tampoco es fácil.
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| Bonito curro |
Juliette Binoche es la reportera hecha de acero de esta
historia. Sabe plasmar el amor que siente por sus hijas tanto como el desapego
por la vida cotidiana. El inicial egoísmo se va transformando en dolor por conflictos lejanos que parecen
invisibles al resto. Aguantando el tirón está
Nikolaj Coster-Waldau en el
ingrato papel de hombre responsable en contra de la lucha por la libertad de la
protagonista. Ambos consiguen una química natural que se desenvuelve con coherencia
a lo largo de la trama.
El problema de
Mil Veces Buenas Noches es que el tema de
familia o trabajo puede estar algo manido. Que sea la mujer la que debe
compaginar esto y lo atractivo de la fotografía de guerra, hace que todo sea
más atrayente desde el principio y, aunque en esencia se queda en nada, la
experiencia merece la pena.
Qué película tan buena y cautivadora. ¿Cómo lograr el equilibrio entre los afectos y la pasión profesional? Es complicado ¿no lo creen? Mil Veces Buenas Noches , aborda esa tirantez entre lo que se debe y lo que se quiere hacer es el eje principal del film de Poppe. Y en ese desarrollo, el director noruego plasma de forma correcta, respaldado por la gran actuación de Binoche, la cotidianeidad de los reporteros de guerra: las situaciones a las que se enfrentan y el deseo de que, el captar una imagen, no sea sólo eso sino el hacer visible a una persona o momento, sin permitir que pase inadvertida. En definitiva este film tiene la capacidad de atrapar al espectador. El inicio y el final son dos momentos claves que le aportan un cierre narrativo a la historia, pero no es suficiente porque esa expectativa no se mantiene durante toda la película.
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