12/9/14

Boyhood (Momentos de una Vida) (Boyhood)

Boyhood (Momentos de una vida) (Boyhood), porque el cine aun puede sorprender.

Cartelón
Cuando Truffaut rodó Los 400 golpes, quedó tan fascinado con Jean-Pierre Léaud que decidió mostrar diferentes etapas de la vida de su personaje, Antoine Doinel. Gracias a eso, podemos ver crecer a Léaud durante veinte años en otras cuatro películas.

Ya en los noventa, Richard Linklater estrenó Antes del amanecer, bellísimo encuentro entre un americano y una francesa que pasan una noche inolvidable. Nueve años después vimos en Antes del atardecer qué había sido de la pareja y pasados otros nueve, el cierre, de momento, en Antes del anochecer. Ver madurar a los actores durante esos casi veinte años es un regalo de un director que busca algo más que ir estrenando proyectos. La experiencia encandila a todo aquel que se deje atrapar y parece difícil de imitar o superar. Pocos sabían que el mismo Linklater estaba sumergido en un proyecto aun más increíble, porque ambicioso no se puede atribuir nunca a esta película, que perfeccionaría tanto la experiencia de Truffaut como su historia de amor por elipsis.

Boyhood, y perdonad que no añada el innecesario complemento al título en español, empezó a rodarse en 2002 y se terminó en 2013. Durante estos once años, el equipo se reunió 45 jornadas de rodaje donde la historia fue avanzando junto con el tiempo. Su protagonista empieza este relato con 7 años y tiene 18 en el último plano, esta evolución es narrada con cariño, mimo y una veracidad que impide que el espectador deje de disfrutar de lo que está ocurriendo en la pantalla.

Leyendo el primer Harry
Y es que aquí todo es sincero, la vida pasa ante nuestros ojos y no podemos no identificarnos porque el tiempo nos es común, qué le vamos a hacer. Aun así, Linklater ayuda a todo el mundo y allana aun más el camino con referencias populares que nos sitúan en todo momento. Vemos carteles por la campaña de Obama, el multijugador del Halo 2, discusiones sobre si es mejor Yoda que Grievous, la llegada de la moda emo, niños disfrazados de mago esperando para comprarse Harry Potter y el misterio del príncipe y, como estas, todas las referencias necesarias que harán que sepamos no sólo cuándo nos encontramos, si no que nos harán partícipes a todos los que hayamos vivido esta última década. Y aunque hay mucho por elegir, me quedo con el mosqueo de Mason en 2008 cuando no comprende cómo alguien no ha visto las tres mejores pelis del año: El caballero oscuro, Tropic Thunder y Superfumados. Muy de acuerdo.

En este momento debería explicar que Mason es el niño/joven protagonista. La película no tiene una trama marcada por un acontecimiento o un arco argumental claro. Boyhood es un río, un fragmento en la vida de un chico que lo pasa bien, mal y regular. Un niño que crece junto a su hermana y sus padres, cada uno por su lado. Da igual que no se cuente nada preciso, la magia de esta película es la experiencia, el tiempo y la realidad, sustituyendo un argumento de peso por una cantidad infinita de detalles que forman la infancia del chico al que vemos formarse.

Tecnología puntera
Ellar Coltrane fue el elegido. Aguanta la cámara durante años mientras su aspecto y fondo evolucionan. Según pasan el tiempo y llega a la adolescencia, la sonrisa se va difuminando pero, cuando asoma, la gloria de volverse a encontrar con el niño del principio es magia pura. Junto a él vemos crecer a Lorelei Linklater, hija del artífice de todo esto y que se empeño en salir cantando al principio y claro, como la tenía a mano, se metió en la historia siendo casi tan importante como su hermano en la ficción. Ambos desprenden la naturalidad que busca la película y son la parte más vistosa en cuanto a su crecimiento año tras año.

Respecto a Patricia Arquette y Ethan Hawke sólo me queda seguir deshaciéndome en halagos. Arquette madura de una manera maravillosa, real y termina quedándose con gran parte de la película. En cuanto al padre, creo que Linklater ha hecho más por la carrera de Ethan Hawke que él mismo. Las mejores escenas ocurren cuando alguno de los padres están presentes gracias a la honestidad con la que han afrontado el reto, es más, como son colegas se hizo un pacto en el que si algo le pasaba al director, Hawke se comprometía a terminar la realización del proyecto, así da gusto.

Un día muy loco
La banda sonora es una de esas compilaciones que estará en el reproductor de todo el que vea la peli al día siguiente. The Hives, Cat Power y toda una lista de modernuquis que harán las delicias de los gafapastas de los 2000. Un par de temas de Arcade Fire me hizo pensar en Scenes from the Suburbs y en lo maravilloso que sería que Spike Jonze se embarcase en un proyecto como este. Pero eso ya son cosas mías.

Maldita adolescencia
Y hablando de música y de Boyhood, no puedo olvidarme de otro de los momentos álgidos. Hablamos del director de School of Rock, es decir, de esto sabe un rato. Por eso se ha permitido crear el Black Album de The Beatles, un triple CD con lo mejor de los cuatros músicos en solitario, una mezcla que vendría a ser tan ecléctica y perfecta como el White Album y que, según defiende el personaje de Hawke cuando regala esa recopilación personal a su hijo, descubre que si se entremezclan, seguían siendo una banda. Podéis ver el listado completo aquí o pedírmelo por favor porque ya me he puesto a ello.

En conclusión, esto no es una película, es una proeza. Un experimento fermentado con paciencia y tiempo que hay que recibir con los brazos abiertos. Una demostración de que el cine es aun más poderoso de lo que creíamos, una máquina del tiempo instantánea de la que aun se pueden conseguir prodigios impensables. Once años condensados en casi tres horas que, cuando terminan, revolotean en tu cabeza durante días.

Cerrando etapa
Aquí el trailer. Muchos le han preguntado al director si piensa seguir reuniéndose con sus actores para regalarnos una segunda parte en 2026. Su respuesta la traduzco a continuación: “¿Cómo, que si seguimos? Bueno, va a ser su primer año de Universidad así que sé lo que será la vida de Mason los próximos años pero, ¿después de eso?. Ya sabes, estaba pensando, ¿no sería genial si Mason deja la Universidad, se monta en un tren y conoce a esta chica en Europa…” Cierra el círculo, gloria. Un 9.

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