Hoy he visto
Win Win Ganamos Todos (Win Win), una de entrenadores, abogados y otros perdedores.
Thomas McCarthy dirige esta película con espíritu indie y buenas intenciones. Lo malo es que no solo con buenas intenciones se construye una película así que al final esta se queda bastante corta. Para ser un éxito dentro de este género le falta una mejor banda sonora, algo de originalidad en el montaje y una historia que se sostenga por sí sola. La trama intenta contar varias cosas y, como suele pasar en estos casos, no termina de contar bien nada.
El argumento nos presenta a Mike Flaherty, abogado de profesión y entrenador por afición de un equipo de instituto de lucha libre. La situación económica por la que pasa es bastante complicada y para no preocupar a su mujer recurre al algunos chanchullos algo alejados de lo legal. Por si esto no fuese suficiente, se hace cargo del nieto adolescente, y con grandes problemas claro, de un cliente. El chico es un hacha en la lucha libre y enseguida sobresale en el equipo de perdedores que entrena Mike. El resto es ir solucionando poco a poco todos los problemas vitales de los protas.
Paul Giamatti es uno de los mejores actores en activo. Cada papel que interpreta lo llena de emoción y profundidad y junto con su físico de perfecto mediocre hace que te den ganas de llevártelo a casa a invitarle a un caldo. Es tan buen actor que de la puntuación que ponga al final de esta crítica, cuatro puntos son solo por él.
Una peli que no termina de estar bien estructurada. Al intentar llegar a varios puntos se hace difícil hasta explicar de qué va exactamente. No se centra ni en el equipo de lucha, ni en los problemas laborales, ni en los conflictos materno filiales del adolescente. Habla un poco de todo y llega un momento en que deja de interesar cuando caes en la cuenta de que nada es tan importante.
Para terminar quiero agradecer una vez más al señor que pone los títulos en español por añadir “Ganamos Todos” al título original, el cual sería absolutamente incomprensible en países hispano hablantes y nadie entendería la película de no ser por su benevolente aclaración.
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