El Hobbit: La Desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug), una de estirar un cuento hasta sus últimas consecuencias.
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¿Y los enanos? |
Hace
un año hablaba de lo complicado que era abordar una
crítica sobre un proyecto como este. Ahora, presentado el argumento, la
producción y sabiendo ya donde nos metemos, el trabajo debería ser más
sencillo. Pues no.
Salí de la sala sin saber qué me había parecido y bastante
molesto por lo que no me había gustado. Las dos horas y media no se me hicieron
largas y me lo pasé bien en la Tierra Media claro, pero la sensación con la que
me fui a casa no es la misma que con
El Hobbit: Un Viaje Inesperado y mejor no
empezar a comparar con
El Señor de los Anillos.
En la primera parte,
Jackson mezcló como pudo la condición de
cuento infantil de base con la epicidad que él mismo buscaba. Muy bien, a
algunos les convenció más que a otros pero ahí estaba y eso mismo cabría
esperar de la secuela. Pues no, aquí salvo una escena de pura diversión y
algún personaje que queda fuera de lugar, todo es acción desmesurada de cámara
inquieta y grandes problemas. Poco queda de ese regusto a entretenido relato de
colegas viviendo aventuras, ahora todo es correr y pasar penurias.
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Bilbo con Aguijón Dardo |
Sabiendo esto, es casi imposible no caer en la tentación de
comparar esta película con cualquiera de la trilogía buena y sufrir con el
resultado. La Tierra Media parece haber muerto, no hay vida, no hay historias
que contar ni profundidad en los decorados. Entre escena de acción y escena de
acción hay OTRA escena de acción, no hay hueco para conversar ni diálogos que
memorizar y disfrutar con los colegas. Los únicos espacios en los que algún
personaje habla tranquilamente con otro son mero relleno sin gancho.
En este momento debo advertir al lector dos cosas, por aquello de evitar malentendidos. La
primera es que he leído y disfrutado la obra de
Tolkien y entiendo que
El Hobbit, que me encanta, no es más que un cuento muy bueno. La segunda es que
soy de los que disfruta de las adaptaciones independientemente de las
diferencias con la obra original. Si
Peter Jackson quiere modificar, recortar,
añadir e inventar, me parece estupendo siempre que me convenza lo que haga. Si
critico su trabajo no es porque quiera una versión más fiel al libro, si no
porque quiero una que me guste más.
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Gandalf metiendose en una trampa porque sí |
Dejando claro esto, ya puedo decir con más calma que esta
película tiene, sobre todo, dos grande problemas, la elfa Turiel y la Ciudad del Lago. La
primera, interpretada por
Evangeline Lilly, es la cuota femenina y todo un
ejemplo de cómo pegando un personaje por obligación no haces si no alargar y
entorpecer el relato. La pelirroja dispara flechitas aquí y allá y persigue sin
mucho sentido a unos orcos mientras abre un triangulo amoroso del que ya
veremos cómo salimos. Su conversación con un enano encarcelado pasa por ser una
de los tres o cuatro diálogos pausados de la película y casi te arrepientes de
haber deseado un poco de calma. Todo en este personaje es vacío, plano e
innecesario.
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Thorin muy cabreado |
Respecto a la Ciudad del Lago, y pese a tener un decorado
conseguido y un perfil atrayente, Esgaroth supone un extraño parón de ritmo y un brusco
cambio de tono. Por un lado, su oscuridad parece presagiar un momento mucho más
tenebroso del que nos va a presentar. Por otro, la manera caricaturesca de
plasmar al gobernador parece un apunte de última hora de
Jackson que, revisando
el plan de rodaje, se dio cuenta de que esto no iba a parecer para nada un
cuento si no hacía un poco en payaso. Por culpa de esto, el pobre
Stephen Fry
es un remiendo desacertado en un intento fallido de rebajar tensión. Por un
momento parece que abandonamos la Tierra Media de
Tolkien y nos adentramos en
una versión descafeinada de Ankh-Morpork de
Terry Pratchett, sin la gracia,
acidez y peligros sin fin de esta, claro.
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Orcos de paseo |
Esta mezcolanza de ideas, la desaparición de Bilbo en algún
fragmento y los flecos de un guión mucho más permisivo que las otras veces, han
conseguido que salga de la sala con el gesto cambiado y olvidando que también
lo he pasado bien.
Y es que, lo queramos o no, solo
Peter Jackson es capaz de
cometer los errores absurdos de esta película y, a la vez, darnos todo lo bueno
que tiene, que también es mucho.
En el reparto hay dos figuras muy claras a destacar y con
las que mejor no entretenerse mucho.
Ian McKellen es Gandalf y punto, no hay más
que hablar. El otro es
Martin Freeman que si le ponen los pies peludos y le
dejan solo en un cuarto la película molaría también.
Freeman es perfecto y aporta
toda la personalidad que el guión no hubiese podido nunca incluir en Bilbo. Sus
gestos, sus respuestas y su pausado tempo son de nuevo lo mejor de la película y será lo mejor del conjunto de esta trilogía.
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Estos en mi montaje no saldrán |
Otro de los grandes aciertos es el diseño y acabado de
Smaug, el dragón por el que existe esta aventura. Es poderoso, palpable y los
filtros de su voz,
Benedict Cumberbatch en la versión original, poseen la
rotundidad que se necesitaba. Otra cosa es que, dependiendo de la escena, pase
de ser un gran estratega a un perfecto zoquete.
De entre la marabunta de escenas de acción hay una que sí me
divirtió, la de los barriles. Es frenética y desmesurada, pero también cómica y
tremendamente entretenida y eso hace que mi mente no desparrame tanto como con
la locura de la forja final.
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Don Pimpón y Lengua de Serpiente tróspido |
La banda sonora de
Howard Shore pasa desapercibida por
primera vez. Si en la película anterior el problema era que repetía con
demasiada asiduidad el tema de los enanos, aquí casi se echa de menos.
Pero freno ya, que noto que el fuego de las quejas sube por
mi garganta y no quiero seguir desbarrando, que luego se entera el director de
que nos quejamos de que pone muchos finales y no pone ninguno. Esta segunda
parte es la más floja de las cinco aventuras de la Tierra Media y espero con todas mis fuerzas que lo sea de las seis.
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La lagartija |
Aquí el
trailer. Si queréis seguir discutiendo sobre los
picos de calidad del CGI, los recortes que haríais en vuestra sala de montaje, el Sauron lisérgico o
dónde iba el final inicial de la primera parte antes de ser tres, que ya os
digo yo que es cuando Gandalf ve las celdas de los Nueve, os invito a que pongáis aquí
lo que os dé la gana o mejor, quedamos para tomarnos un algo y ya lo hablamos.
La nota, muy alta pese a lo que he dicho pero muy baja para ser el que escribe
el que la pone, un 6'5.
Actualización 05/01/14
Tras un segundo visionado, las bondades se mantienen, más o menos, pero los defectos aumentan. Beorn resulta tonto e innecesario, el triángulo amoroso aburrido y metido con calzador, la Ciudad del Lago se vuelve desesperadamente lenta y la escena de acción final no hay por donde cogerla. Solo la aventura de Gandalf en solitario, algún momento del Bosque Negro, lo de los barriles por entretenido y el encuentro de Bilbo con Smaug se salvan de la quema. Una pena, con la cantidad de veces que he visto las cuatro anteriores, y las que me quedan, y creo que esta solo será revisitada a la fuerza en maratones interminables.
Acabo de salir del cine con la misma sensación. Un pequeño apunte: hablando de la banda sonora has escrito "echar de menos " con h.
ResponderEliminarCorregido, gracias!
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