14/12/13

El Hobbit: La Desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug)

El Hobbit: La Desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug), una de estirar un cuento hasta sus últimas consecuencias.

¿Y los enanos?
Hace un año hablaba de lo complicado que era abordar una crítica sobre un proyecto como este. Ahora, presentado el argumento, la producción y sabiendo ya donde nos metemos, el trabajo debería ser más sencillo. Pues no.

Salí de la sala sin saber qué me había parecido y bastante molesto por lo que no me había gustado. Las dos horas y media no se me hicieron largas y me lo pasé bien en la Tierra Media claro, pero la sensación con la que me fui a casa no es la misma que con El Hobbit: Un Viaje Inesperado y mejor no empezar a comparar con El Señor de los Anillos.

En la primera parte, Jackson mezcló como pudo la condición de cuento infantil de base con la epicidad que él mismo buscaba. Muy bien, a algunos les convenció más que a otros pero ahí estaba y eso mismo cabría esperar de la secuela. Pues no, aquí salvo una escena de pura diversión y algún personaje que queda fuera de lugar, todo es acción desmesurada de cámara inquieta y grandes problemas. Poco queda de ese regusto a entretenido relato de colegas viviendo aventuras, ahora todo es correr y pasar penurias.

Bilbo con Aguijón Dardo
Sabiendo esto, es casi imposible no caer en la tentación de comparar esta película con cualquiera de la trilogía buena y sufrir con el resultado. La Tierra Media parece haber muerto, no hay vida, no hay historias que contar ni profundidad en los decorados. Entre escena de acción y escena de acción hay OTRA escena de acción, no hay hueco para conversar ni diálogos que memorizar y disfrutar con los colegas. Los únicos espacios en los que algún personaje habla tranquilamente con otro son mero relleno sin gancho.

En este momento debo advertir al lector dos cosas, por aquello de evitar malentendidos. La primera es que he leído y disfrutado la obra de Tolkien y entiendo que El Hobbit, que me encanta, no es más que un cuento muy bueno. La segunda es que soy de los que disfruta de las adaptaciones independientemente de las diferencias con la obra original. Si Peter Jackson quiere modificar, recortar, añadir e inventar, me parece estupendo siempre que me convenza lo que haga. Si critico su trabajo no es porque quiera una versión más fiel al libro, si no porque quiero una que me guste más.

Gandalf metiendose en una trampa porque sí
Dejando claro esto, ya puedo decir con más calma que esta película tiene, sobre todo, dos grande problemas, la elfa Turiel y la Ciudad del Lago. La primera, interpretada por Evangeline Lilly, es la cuota femenina y todo un ejemplo de cómo pegando un personaje por obligación no haces si no alargar y entorpecer el relato. La pelirroja dispara flechitas aquí y allá y persigue sin mucho sentido a unos orcos mientras abre un triangulo amoroso del que ya veremos cómo salimos. Su conversación con un enano encarcelado pasa por ser una de los tres o cuatro diálogos pausados de la película y casi te arrepientes de haber deseado un poco de calma. Todo en este personaje es vacío, plano e innecesario.

Thorin muy cabreado
Respecto a la Ciudad del Lago, y pese a tener un decorado conseguido y un perfil atrayente, Esgaroth supone un extraño parón de ritmo y un brusco cambio de tono. Por un lado, su oscuridad parece presagiar un momento mucho más tenebroso del que nos va a presentar. Por otro, la manera caricaturesca de plasmar al gobernador parece un apunte de última hora de Jackson que, revisando el plan de rodaje, se dio cuenta de que esto no iba a parecer para nada un cuento si no hacía un poco en payaso. Por culpa de esto, el pobre Stephen Fry es un remiendo desacertado en un intento fallido de rebajar tensión. Por un momento parece que abandonamos la Tierra Media de Tolkien y nos adentramos en una versión descafeinada de Ankh-Morpork de Terry Pratchett, sin la gracia, acidez y peligros sin fin de esta, claro.

Orcos de paseo
Esta mezcolanza de ideas, la desaparición de Bilbo en algún fragmento y los flecos de un guión mucho más permisivo que las otras veces, han conseguido que salga de la sala con el gesto cambiado y olvidando que también lo he pasado bien.

Y es que, lo queramos o no, solo Peter Jackson es capaz de cometer los errores absurdos de esta película y, a la vez, darnos todo lo bueno que tiene, que también es mucho.

En el reparto hay dos figuras muy claras a destacar y con las que mejor no entretenerse mucho. Ian McKellen es Gandalf y punto, no hay más que hablar. El otro es Martin Freeman que si le ponen los pies peludos y le dejan solo en un cuarto la película molaría también. Freeman es perfecto y aporta toda la personalidad que el guión no hubiese podido nunca incluir en Bilbo. Sus gestos, sus respuestas y su pausado tempo son de nuevo lo mejor de la película y será lo mejor del conjunto de esta trilogía.

Estos en mi montaje no saldrán
Otro de los grandes aciertos es el diseño y acabado de Smaug, el dragón por el que existe esta aventura. Es poderoso, palpable y los filtros de su voz, Benedict Cumberbatch en la versión original, poseen la rotundidad que se necesitaba. Otra cosa es que, dependiendo de la escena, pase de ser un gran estratega a un perfecto zoquete.

De entre la marabunta de escenas de acción hay una que sí me divirtió, la de los barriles. Es frenética y desmesurada, pero también cómica y tremendamente entretenida y eso hace que mi mente no desparrame tanto como con la locura de la forja final.

Don Pimpón y Lengua de Serpiente tróspido
La banda sonora de Howard Shore pasa desapercibida por primera vez. Si en la película anterior el problema era que repetía con demasiada asiduidad el tema de los enanos, aquí casi se echa de menos.

Pero freno ya, que noto que el fuego de las quejas sube por mi garganta y no quiero seguir desbarrando, que luego se entera el director de que nos quejamos de que pone muchos finales y no pone ninguno. Esta segunda parte es la más floja de las cinco aventuras de la Tierra Media y espero con todas mis fuerzas que lo sea de las seis.

La lagartija
Aquí el trailer. Si queréis seguir discutiendo sobre los picos de calidad del CGI, los recortes que haríais en vuestra sala de montaje, el Sauron lisérgico o dónde iba el final inicial de la primera parte antes de ser tres, que ya os digo yo que es cuando Gandalf ve las celdas de los Nueve, os invito a que pongáis aquí lo que os dé la gana o mejor, quedamos para tomarnos un algo y ya lo hablamos. La nota, muy alta pese a lo que he dicho pero muy baja para ser el que escribe el que la pone, un 6'5.

Actualización 05/01/14
Tras un segundo visionado, las bondades se mantienen, más o menos, pero los defectos aumentan. Beorn resulta tonto e innecesario, el triángulo amoroso aburrido y metido con calzador, la Ciudad del Lago se vuelve desesperadamente lenta y la escena de acción final no hay por donde cogerla. Solo la aventura de Gandalf en solitario, algún momento del Bosque Negro, lo de los barriles por entretenido y el encuentro de Bilbo con Smaug se salvan de la quema. Una pena, con la cantidad de veces que he visto las cuatro anteriores, y las que me quedan, y creo que esta solo será revisitada a la fuerza en maratones interminables.

2 comentarios:

  1. Acabo de salir del cine con la misma sensación. Un pequeño apunte: hablando de la banda sonora has escrito "echar de menos " con h.

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