Emmett Cullen rises |
El presupuesto tampoco es excusa, sus setenta millones no
son para tirar cohetes, pero digamos que con menos se han apañado otros
productos similares. Su cuadrilla de guionistas incluye a alguno con verdadera
carrera en el cine por lo que tampoco podemos tacharlo de novatada por su
parte. ¿Cuál es el problema entonces? Simple: hay gente con poco gusto y que no
terminan de dominar su oficio. No pasa nada.
La trama nos cuenta cómo la esposa de un rey tiránico tiene
una aventurilla con un relámpago y se queda embarazada. Al cruel marido no le
hace nada de gracia y cría al niño con dureza. Cuando crece se encariña de la
que va a ser mujer de su hermano y el padre le manda a morir para que se calme
un poco. El problema es que no termina de palmarla y vuelve muy enfadado y con
una fuerza muy tocha.
Y con esa cara TODA la película. Grande Emmett |
La historia es mala, infantiloide y estúpida y su montaje,
buscando desesperadamente parecerse a 300, solo consigue aburrir con cámaras
lentas sin sentido en los peores momentos. Debo admitir que el CGI es pasable,
pero solo para volver enseguida a dar otro palo acordándome del vestuario,
digno de representación de colegio.
A la espera de que Dwayne Johnson termine su Hercules: The Thracian Wars, esperaba encontrarme aquí un versión algo descafeinada de lo que
está por venir. Pues no, esta hace que Immortals parezca Gladiator.
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