The Grandmaster (Yi Dai Zong Shi), una de adaptarse, ser uno
con tu oponente y repeler los palos para devolverlos mejor.
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Se ha estropeado el día |
Algo más de cinco años es lo que ha tardado
Wong Kar Wai en
tener lista esta joya del cine de artes marciales. A las complicaciones para realizar
las imposibles coreografías que contiene, se suma la conocida obsesión por el
detalle del director chino y el año entero que tardó en montar la versión final
que podemos disfrutar ahora.
La trama nos cuenta como
Ip Man, uno de los más importantes maestros de Kung-fu,
sobrevive a la invasión japonesa del 36 mientras continua estudiando y
perfeccionando el
Wing Chun, rama de la que es máximo conocedor y divulgador.
Mezclándose con la pequeña base verídica, aparecen historias de amor y honor
que permiten al director hacernos soñar con enfrentamientos maravillosos.
Tony Leung Chiu Wai es el protagonista que ha tenido que
sufrir incontables horas de trabajo y rodaje para que todo se vea como aparece
en pantalla. Su porte es el necesario para hacer de su personaje un tipo atrayente
aun cuando tiene las manos en la espalda y no ha empezado a hablar.
Song Hye-kyo
es su réplica femenina que, lejos de permanecer a un lado mientras tapa su
sonrisa con un abanico, protagoniza dos de las peleas mejor conseguidas de la
cinta.
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Quietooor! |
Y es que hay algo difícil de negar, estamos ante una
película con algunas de las escenas de artes marciales más bellas jamás
rodadas. No solo la espectacular apertura bajo la lluvia, si no todos y cada
uno de los encuentros entre maestros son dignos de alabanza. Desde la cuidadosa
pelea del amor, donde los golpes casi son caricias, a una batalla de ideas que termina definiendo gran parte de lo
que es el
Wing Chun y, por lo tanto, la filosofía de la película. Todo esto gracias al preciosismo de un director con gusto y al trabajo de
Yuen Woo-ping, el mejor coreagrafo de Kung-fu de la historia del cine, y eso es impepinable.
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Decidme que no os gusta esto |
La fotografía y puesta en escena son sobrecogedoras de
principio a fin. Todo funciona y parece estar medido al milímetro para que
encaje con cada movimiento de los luchadores que aparecen por allí.
La gran pega es que, una vez conseguido lo
difícil, lo más sencillo resulta confuso y aburrido. Me refiero a
que teniendo las escenas de lucha más logradas en años y habiendo transmitido la filosofía del propio estilo,
Wong no consigue narrar una verdadera trama
que pueda guiar al espectador por lo que va ocurriendo.
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Llegada de las tortas a la estación |
Aviso que es muy posible que sea mi culpa, que no
estaba muy fino cuando me metí en la sala, pero reconozco que me perdía una
y otra vez con una historia que no sabía si iba o venía. La tercera vez que
me di cuenta de que no estaba donde yo pensaba, me rendí al apartado puramente
visual y a las conversaciones sobre la lucha y sus valores. Con una duración de
dos horas y media y, como ya he dicho, teniendo hecho lo difícil, digo yo que
no sería tan complicado explicar bien lo que ocurre.
Supongo que en los siguientes visionados, porque se presta a
ello, iré disfrutando más de
The Grandmaster pero, hasta que eso ocurra, la
definiré como un imprescindible para los aficionados al género de artes
marciales en general y a la forma de pensar que conlleva en particular, pero una dura prueba para el que no comulgue con la temática y quiera una historia de verdad. Y sí,
Ip Man fue maestro de
Bruce Lee y este basó su
Jeet kune do en el
Wing Chun,
pero esta historia no va de eso. Aún.
Uoooo qué emoción! Voy a verla esta noche!
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