Wolf Creek 2 es el regreso del terror australiano. Con Greg Mclean de nuevo a los mandos y John Jarratt como nuestro psicópata de las antípodas
favorito, la historia se centra en dos chicos que son perseguidos, luego uno y
luego lo que tenga que pasar. El esquema es aun más simple que la primera vez
pero la realización es más vistosa. Ya no hay que esconderlo, el villano está
muy tarado y va a por la presa que más grite en cada momento. Se permiten incluso algunos giros cómicos de vez en cuando, jugando con el gore y los
tópicos australianos, sí, me refiero a la escena en la que atropellas canguros salvajemente. Esto podrá decepcionar a muchos fans de Wolf Creek, mucho
más sobria, pero creo que al hacer una secuela de una cinta como aquella,
este cambio de tono y subida de revoluciones ha sido un movimiento inteligente.
Mick Taylor ya forma parte de la galería de villanos molones por derecho
propio. A medio camino entre Englund y el clásico redneck americano, Jarratt
sabe meterse al público en el bolsillo en cada una de sus intervenciones. Un
7’5.
¡Zarpazos!, que cuenta con el ilustrativo subtítulo de Un
Viaje por el Spanish Horror, es un didáctico y divertido documental realizado
por Víctor Matellano. Con entrevistas a cabecillas del mundillo, vamos repasando
pasajes del libro Spanish Horror, del propio director, y descubriendo viejas glorias del
género. José Luis Alemán, Joe Dante, Jorge Grau, Paco Plaza, Jack Taylor y Ángel Agudo son algunos de los contertulios que hablan sobre la pureza del género en sí, sus influencias anteriores y posteriores y,
sobre todo, de las grandes figuras, siendo José Ramón Larraz, Jess Franco y Paul Naschy los tres más recordados y admirados, cada uno por lo suyo. Este recorrido se centra especialmente en
el boom de los 70 y termina subrayando, por encima de los demás, tres títulos
desde luego imprescindibles: La Residencia, No Profanar el Sueño de los Muertos y Pánico en el Transiberiano. Un placer salir de la proyección con recuerdos avivados y una buena lista
de títulos apuntados y directos a la cola de deberes pendientes.
Una Vela para el Diablo fue la peli elegida este año para
enmarcar esta sesión de homenaje a clásicos petrios. Con Eugenio Martín en la sala, fue
un placer visionar por primera vez este título. La trama nos sitúa en un
pequeño pueblo donde dos hermanas, dueñas de un hostal, sufren la llegada de europeas
ligeras de ropa y vergüenza. Cuando matan a una de sus huéspedes por error lo ven claro,
son el brazo ejecutor del Señor. Este relato oscuro contrasta con la
luminosidad del pueblo y la luz que trasmiten las ingenuas turistas, como la
pobre Lone Fleming que también acudió a los Palafox a recibir unos merecidos
aplausos. Un cuento de dos hermanas superadas por sus propios miedos e
inseguridades que deciden llegar tan lejos como puedan. Como ya señalé tras ver
la magnífica El Huerto del Francés el año pasado, espero que estas repescas se
repitan en cada edición. Ver la sala llena de amantes de estas cintas, injustamente tratadas por la mala memoria fílmica española, es cuanto menos reconfortante.
Mientras Duermes es una joya dirigida por Jaume Balagueró. Puede que al ser tan reciente no fuese la opción más acertada, cosa que se notó en el poco público y que parece obedece a un capricho del realizador, pero eso no quita que sea magnífica.
La historia del portero de un edificio que se cuela en la casa de una vecina
cada noche, volvió a sobrecoger a los asistentes. Otra vez sufrimos por la
pobre Marta Etura y otra vez nos sorprendimos pasando un mal rato cuando van a
pillar al inconmensurable Luis Tosar. Sigo sin saber cómo Balagueró consigue
estas dos cosas a la vez pero así es. Puede que por eso sea otro de los
galardonados este año y así recibió su Maestro del Fantástico de manos de Marta Etura. Lo curioso es que finalizada la proyección estaba prevista la habitual
ronda de preguntas pero no pudo ser, más que nada porque en cuanto Tosar
descubrió que sus colegas estaban en la capital, los raptó y se fueron de
cañas y en este momento todavía no se sabe dónde están. Si eso no es ser un maestro del fantástico...
Wax es un largometraje realizado por Víctor Matellano que
hacía doblete esta jornada. Su pasión por el género estaba representada casi de
un modo más exagerado aquí que en ¡Zarpazos!. Y es que lo mejor que se puede
decir de Wax es precisamente eso, rebosa amor por el género y respeto por los
grandes maestros. La trama nos presenta a un tipo que va a grabar un reality en
el museo de cera de Barcelona. El reto es pasar dentro toda la noche,
incomunicado, rodeado de cámaras y filmando todo lo que ocurra. La temida primera
persona funciona a ratos pero, como casi siempre, termina cansando. Lo curioso
es que el cariño que desprende este proyecto se ha transmitido al público y la
sensación en la sala era homogénea, nadie quería decir nada malo. El guión es
flojo, hay decisiones de montaje que no se comprenden y retazos de ideas que no
terminan de eclosionar pero, aun así, la conclusión final es que estamos ante una
película simpática, una nueva oportunidad de ver en pantalla grande a Jack Taylor, Lone Fleming o incluso oír la voz del inmortal Paul Naschy que, desaparecido hace ya cinco años, vuelve a ser lo mejor de una película.
Pinup Dolls on Ice fue la gamberrada final del día en la
sesión golfa. Producción independiente canadiense realizada por Geoff Klein y
Melissa Mira, es la secuela de la aun más modesta Bikini Girls on Ice y viene a
ser la respuesta a los fans de la primera que querían más sangre, más tetas y
más locura. La historia nos presenta a un grupo de Pinups que llegan a un
bareto a hacer su espectáculo y termina siendo masacradas por Moe, una
gasolinero loco que disfruta matando, violando y metiendo a chicas en hielo,
cualquier orden es válido. Puede que tras las palabras de sus responsables al
principio esperase algo aun más desatado pero, según avanzan los minutos y el
villano incrementa el sinsentido, y si el espectador sabe lo que está viendo,
es fácil dejarse llevar y disfrutar. Una cinta hecha por amor al género con
cuatro duros en tres años de trabajo durante las vacaciones de sus
participantes. Si lo piensas así y recuerdas las muertes y salvajadas que
ofrece, el resultado final es irremediablemente positivo. Por el final tiene
toda la pinta de que la tercera parte podría ser Drunk Springbreakers on Ice. Un 6’5.
Se proyectó también el corto La Ropavejera, algo alargado
aunque con una factura elegante. Me quedé con las ganas de ver Metamorphose del
que sólo he oído cosas buenas.