Godzilla, una de humanos corriendo como vaca sin cencerro y
de fondo, a lo lejos, algo fascinante.
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Ánimalico |
Segundo intento americano por sacarle partido a
Gojira, el
monstruo atómico japonés. Tras el fallido blockbuster de
Emmerich en el 98, que
no lo fue tanto de público como de crítica, muchos vimos en los vistosos trailers
de esta nueva versión una posibilidad de redención. Se respetaba más al
original y parecía que
Legendary Pictures y
Warner apostaban por un
acercamiento más serio. La
nolanización que todos los estudios buscan desde
hace una década llegaba a la criatura de los
Tōhō. Qué ganas y qué
pena.
La trama nos cuenta cómo una central nuclear japonesa es
arrasada por un supuesto terremoto. Uno de sus responsables, un americano, se
obsesiona durante quince años y no para hasta dar con el secreto que el
gobierno intentaba guardar. Desde ese momento todo se centra en su hijo, un
soldado que salvará al mundo cuatro o cinco veces, las que hagan falta, en su carrera paralela a la
de unos inmensos monstruos gigantes que se están zurrando.
Bryan Cranston con peluca es el científico y
Aaron Taylor-Johnson su
hijo. Sobre sus actuaciones no hablaré demasiado porque estoy tan acostumbrado
a oír a
Walter White en ingles que me es imposible saber si lo hace bien o mal
con la agradable voz en español que le ha tocado. Sobre
Kick-Ass ocurre lo
mismo, sumándole a eso que su personaje se convirtió en mi tortura personal
durante el metraje.
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Dando un paseo al atardecer |
La música de
Alexandre Desplat funciona en los chuescos
títulos de crédito iniciales y en los coros pelpúnticos del trailer, obra y gracia de
György Ligeti. A parte de
eso, es tan plana y aburrida como el guión.
El elegido para dirigir todo esto es
Gareth Edwards. Supongo que
la culpable fue
Monsters, película escrita y realizada por él que consiguió
sorprender con cuatro duros y que incluía ideas muy interesantes. El problema
de coger a alguien que viene de un cine de monstruos fuera de plano es que lo quiera seguir haciendo aun cuando tiene el presupuesto para sacarlos en
pantalla. Si a eso le sumas que cuenta con una historia de
Dave Callaham
guionizada por
Max Borenstein, el primero responsable de
Doom y
Los Mercenarios
y el segundo de nada, el resultado es una peli de bicho gigante centrada en las peripecias de un soldado americano.
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Lo que pasa en Las Vegas... |
Entiendo y disfruto de las películas que hacen uso del
género para contar algo terriblemente humano. Con la excusa del terror o la
ciencia ficción, nos han llegado verdaderas joyas donde lo importante son los
protagonistas. Que esto se intentase hacer con Godzilla no es del todo
descabellado, el propio
Ishirô Honda dirigió
Japón bajo el Terror del Monstruo
pensando más en la catástrofe atómica que en crear el
Kaiju-eiga definitivo. El
problema es que la excusa naturalista de esta nueva versión es pobre de
solemnidad y los conflictos humanos están aun por debajo.
Un padre que quiere reunirse con su mujer e hijos y que a la
vez va salvando el día. No podía ser más tópico, cutre y aburrido. Su relación
no llega al espectador en ningún momento y es imposible empatizar con nadie.
Sólo el personaje de
Cranston se salva gracias a ocurrir en el primer acto, cuando aun nos tienen expectantes por lo que pensamos que vamos a ver y apetece esa presentación grandilocuente. El
problema es cuando en el segundo no terminamos de despegarnos del niñato protagonista y en el tercero desesperamos
buscando resquicios de grandeza.
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A mi niño ni tocarlo |
Y es que si realmente
Godzilla decepciona por algo es porque, en su descalabro, tiene aciertos increíbles. El diseño del monstruo es tan
poderoso como su rugido y su tratamiento, por fin un verdadero Dios Atómico que hace
justicia a la leyenda. Incluye escenas sobrecogedoras como la del salto HALO o
la primera aparición del bicho en zonas tropicales. Hay además varios momentos sumamente efectivos como el beso de los
M.U.T.O. (cuidado que no se copiasen del final de
Fisterra Mítica), el trozo de pelea que podemos ver en una esquina gracias a un noticiero, el recuerdo a
Mothra y la recuperación del aliento nuclear, más brillante que nunca. El presupuesto, viendo el
acabado de esos fragmentos, estaba a la altura de las circunstancias y por eso
la sensación de oportunidad desaprovechada es incontenible. Debemos
contentarnos con ver todo esto de una manera muy secundaria mientras nos
tragamos las idas y venidas de una bomba y unos soldados que poco tienen de
interesante. El
Godzilla del 98 sería una mierda vale, pero la trama era igual de
imbécil y veíamos más al bicho.
Y pese a todo, a muchos les ha gustado. Internet se ha
llenado de disputas foreras entre el SI rotundo y el NO categórico. Parece que
los que en su día no disfrutaron con
Pacific Rim son los defensores de esta y
viceversa. Yo, como
paciliber, sólo espero que
del Toro siga en sus trece y
si hace la segunda parte de una peli de robots gigantes contra monstruos
gigantes, los humanos vuelvan a ser simples secundarios.
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Se ha quedado mala tarde |
Aquí el
trailer.
Montruoso,
The Host o incluso
Extraterrestre, esas tres usaban también la ciencia ficción como simple excusa y
funcionaban gracias a que el guión no lo escribieron siguiendo una plantilla de
chorradas. Un 5.
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