Sólo una semanita, rápido |
Para los despistados, que ya les vale, Giuseppe Tornatore
escribió y dirigió Cinema Paradiso como un epílogo del sistema clásico de
exhibición cinematográfica y un homenaje a todo lo que añoraba. Para ello, decidió viajar a los más profundo y tocar la fibra de los recuerdos de la
infancia, los sueños de juventud y el regreso tras la madurez. Consiguió una
obra de arte donde la nostalgia, el amor y el cine se dan la mano hasta fundirse
en una banda sonora de Ennio Morricone. Esto es gloria amigos.
Los nuevos, que dejen de leer y busquen la sesión más próxima porque no conocer a Totó y al bueno de Alfredo es un pecado para el alma. Lo que
consigue Tornatore con Philippe Noiret y el pequeño Salvatore Cascio es digno
de todos los premios que recibió, Oscar y Globo de Oro incluidos. Con ellos el
autor no sólo cuenta su historia y recuerdos, si no que nos hace participes de
una añoranza compartida. Recordamos ese cine, esos trailers, el imbécil de la
fila de arriba, las discusiones, las familias, los niños molestos, las parejas
metiéndose mano, el cura recortando besos… Da igual cuándo y dónde hayas nacido o tu pasado cinéfilo, entiendes perfectamente esa melancolía que te cala hasta
lo más hondo y ya no te va a soltar.
De todo esto no nos damos cuenta por culpa de la irrepetible
música del genio Morricone. El italiano nos mece y transporta hasta los
escenarios y ayuda al propio Tornatore a que sus trampas emocionales,
diseminadas por todo el metraje, parezcan caramelos inofensivos. Llegados al
final, posiblemente uno de los más irresistiblemente pelopúnticos de la
historia, entiendes todo.
Totó gozándolo |
Cada vez que se corta una entrada, se apagan las luces y se
enciende un proyector, comienza un nuevo pedazo de tu vida. Además no deja de
ofrecer oportunidades y experiencias iniciáticas. Sólo se va una primera vez, pero
es igual de importante que las primeras quedadas con los amigos con los padres
esperando a la salida, la primera vez con un ligue en la que no recuerdas muy
bien la peli, la primera vez que vas sólo y descubres otro mundo, la primera vez con la familia, con tus hijos, con tus nietos. Todas las visitas al cine constituyen
un momento irrepetible con el que disfrutar melancólicamente en el futuro de un
modo casi masoquista.
La vida alrededor de una pantalla, es más vida |
Y más hoy, tarde del primer domingo de septiembre. No existe un día en
el año más oscuro que este y, a la vez, más prometedor. No se me ocurren más
excusas para conseguir que os acerquéis a una sala de cine. Luego ya no tengo que hacer nada, una vez se apaguen
las luces se descubre que Totó tenía razón en su sueño, esto es magia.
Gloria |
precioso y emocionante.
ResponderEliminarya voy corriendo a ver la peli.
Ricky aunque ya conocía la película me has atrapado con tu crítica y me he vuelto a emocionar al recordarla. Efectivamente, el cine es parte de nuestra vida. Cinema Paradiso a mi me transporta al viejo cine de mi pueblo, el cine Variedades (ahora cerrado). Es sentimiento puro con el único artificio de la vida misma.
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