Into the Woods, cantando muy felices por un bosque oscuro.
|
Qué listo el Johnny |
Demasiados factores en esta mezcla. Desde el original, escrito por
James Lapine y compuesto por
Stephen Sondheim, ya era arriesgado juntar en un musical varios cuentos clásicos salteados con ironía y algo de mala leche. En
Broadway funcionó y desde hace más de veinte años se ha planeado llevar la obra a la gran pantalla. Ahora está aquí y, para agregar elementos a la sobrecargada propuesta, entra la producción de
Disney obligando a reducir la sorna y oscuridad a algo de cachondeo y luz tenue. La elección de
Rob Marshall incluye algún capricho extra del realizador responsable del truño
Nine. Con tanto ingrediente el resultado se ha resentido: no es infantil ni adulto, grande ni pequeño, conmovedor ni entretenido. Es un poco de todo y, claro, nada de nada.
La trama nos presenta a un panadero y su mujer, una pareja que descubre que el motivo de su falta de descendencia es la maldición de una bruja. Para
desfacer el entuerto, deberán conseguir una serie de elementos que pertenecen a habitantes del lugar como
Caperucita Roja,
Cenicienta,
Rapunzel y el pobre
Jack, el chavalín de las habichuelas.
|
A ver vecinos, un par de cosas |
Si algo salva la película del despropósito total es el trabajo de gran parte del reparto. Yo también me quejo cada año cuando veo la nominación perpetua de
Meryl Streep en los
Oscar pero, como digo eso, reconozco que cuando veo su peli tiendo a dar la razón a los cansinos de la
Academia. Esta vez no es una excepción,
Streep está perfecta como bruja malvada del cuento, engullendo a todo intérprete o decorado que ose meterse en su camino y, por si fuera poco, dando la impresión de que está disfrutando con el juego.
Si alguien le planta cara es
Emily Blunt que suma otro título a su lista de cosas en la que, al menos ella, lo peta. Ahora resulta que también canta bien, ha llegado el momento en el que su nombre es un incentivo para que tenga ganas de ver cualquier producto en el que participe. Si además a su lado está
Anna Kendrick haciendo gorgoritos, pues con más razón. No puedo decir lo mismo de
James Corden que, no estando mal, es el elemento que nos recuerda que es ficción porque su matrimonio con
Blunt no hay quien se lo crea fuera de ese bosque.
|
Y cambia la vaca por unas habichuelas, el tonto |
La debutante
Lilla Crawford y el joven
Daniel Huttlestone, cuidado con este que ya fue
Gavroche en
Los miserables, funcionan como
Caperucita y
Jack y se lucen con un par de temas cada uno.
Lo mismo ocurre con el bueno de
Chris Pine, al que no le hubiese venido mal que su participación continuase con el tono satírico de su primera divertida aparición. En cuanto a la participación de
Johnny Depp, sólo señalar que ha debido costar lo mismo que el resto de participantes juntos, sale cinco minutos y huele a algo ya visto muchas veces. Una pena.
Esa sensación de oportunidad perdida se extiende a la producción entera. Está tan cerca de ser el enorme musical que presentan su magnífico prólogo que es imposible no sentir algo de desilusión. La cosa funciona muy bien durante el primer acto, se defiende en el segundo y, cuando crees que llega un final más o menos digno, quedan tres cuartos de hora que no entiendo cómo han decidido mantener en el corte final. Todo se cae a pedazos, los personajes dejan de entenderse a sí mismos y hasta los escenarios se desmoronan. Al final tenía tantas ganas de que la mujer gigante destrozase a todo el mundo que llegué a dudar si esa era realmente la intención de
Marshall.
Into the Woods conseguirá entretener a los fanáticos de los musicales pero no enamorarlos. El libreto reformado de
Lapine necesita más caña y la partitura de
Sondheim, siendo más que correcta, necesita temas que se queden en la mente del espectador a la salida. Además el esquema musical recuerda tanto a
Sweeney Todd, otro trabajo del compositor, que no puedo no comparar con su versión cinematográfica y claro,
Burton gana esta vez.
Aquí el
trailer. Si te gustan los musicales y has sucumbido a la moda de las series sobre cuentos, prueba suerte. Un 6'5.