Good vibrations |
La trama nos presenta a un profesor de literatura que se desespera en clase y sólo encuentra consuelo en el juego. De manera obsesiva le gusta perder y, cuando ya no le queda nada, pide prestado. Gracias a esto le termina debiendo a los chinos, a unos negros peligrosos y a un capo blanco y orondo. Su madre no puede más, la alumna con la que sale no entiende lo que ocurre y él, a la deriva, necesita un plan para no ahogarse del todo.
Cada año Mark Wahlberg nos ofrece tres películas, una gamberra, un blockbuster y una con pretensiones académicas. Esta es de las terceras y, como su personaje, la obsesión que tiene por apostar a los Oscar no hace que juegue mejor. El pobre ha adelgazado y pretende poner cara como de despistado o algo así pero no hay quien lo entienda. Al final no queda mal con la historia, más que nada porque es imposible descubrir si tiene un plan, si pierde a posta o en qué mierdas piensa en cada momento.
Mira que pedir dinero a este |
El lector impaciente, ese que al principio me ha recriminado dar nombres, estará haciendo esa pregunta al crítico tan de bar: pero a ver ¿te ha gustado o no? Pues sí, y no, pero sí. ¿Qué te parece?
Master class |
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