Venga, a pasarlo bien |
La trama nos presenta a un zapatero neoyorquino que descubre que tiene una máquina de coser mágica. Cada vez que arregla un calzado con ella, puede convertirse en el dueño de los zapatos en cuestión si se los pone. Al principio lo usa para irse de bares sin pagar pero termina haciendo el bien.
Adam Sandler evoca a lo que me ha transmitido en entrevistas los últimos años. Lejos del jolgorio de sus desafortunadas comedias, el actor parece triste, dejado y casi acabado. Aquí se planta del mismo modo en pantalla y no sé hasta qué punto es por el personaje o porque ya le da igual todo. Puede que sea mi culpa por creerme su personaje en Hazme reír o por volver a confiar en su calidad interpretativa tras Hombres, mujeres & niños. Lo mismo ocurre con otro de las almas en pena que por aquí deambula, un Steve Buscemi que parece se ha quedado en secundario de lujo para comedias de tercera.
La cinta está dirigida por Thomas McCarthy, un tipo que viene de hacer productor modernetes, como la modesta Win Win (Ganamos todos), y supongo que es el motivo por el que todo se queda a medias. Muy oscura y amarga para interesar como comedia, demasiado tontorrona y simple para un drama, esta propuesta de supuesto realismo mágico sólo consigue enganchar por el vértigo de ver en qué momento caerá en la vergüenza ajena pura y dura. Pues bien, en los últimos cinco minutos se tira en plancha.
Ni él puede más |
No hay comentarios:
Publicar un comentario