La pandilla |
La trama, escrita por Matthew Robbins y el propio del Toro, presenta un relato visto y poco original, algo que no tendría por qué ir a la contra al tratar de homenajear la novela gótica, pero que termina cansando por tópico e insustancial. Una joven escritora, imaginativa y con experiencia fantasmagórica incluida, es embaucada por un apuesto vendemotos que le roba el corazón en cuanto abre la boca. Pero el amor tiene sus consecuencias y, tanto ella como su fortuna, se verán trasladadas a una mansión que se cae a pedazos, sangra arcilla y respira como intentando dejar de hacerlo.
Mira que desperdiciar esto... |
En cuanto al diseño artístico, sólo puedo soltar flores. Una lástima que este cuento tontorrón repleto de lugares comunes, ocurra en un maravilloso decorado que quiere ser protagonista pero no le dejan. El vestuario, maquillaje, el diseño de los fantasmas y la maravillosa mansión viviente sí están a la altura del alma atormentada que pretende emular. Y ya que nombro a las criaturas espectrales, no puedo evitar apuntar que están interpretadas por Doug Jones y su homólogo español, Javier Botet, siendo esta la primera vez que coinciden los dos geniales larguiruchos.
En definitiva, un intento fallido, mucho más en el fondo que en la forma, que consigue el escenario que hubiese disfrutado Mario Bava pero fracasa en su planteamiento, tropezando incluso cuando se marca un Hitchcock.
Un bañito rico |
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