
El argumento cuenta tres historias paralelas que, como no podía ser de otra manera, se unen al final. La historia más floja cuenta como una francesa sufre una experiencia cercana a la muerte y escribe un libro. Sus seres queridos se preocupan por su salud mental pero al final realmente no ocurre nada (en serio, nada) y termina su ensayo. Por otro lado un niño de diez años pierde a su hermano gemelo y busca algún médium para contactar con él porque lo echa de menos. Y para hilar todo, la mejor estructurada de las tres tramas, un parapsicólogo retirado pero de gran eficacia intenta dejar atrás su pasado porque no le gusta el hecho de contactar con los muertos para vivir. Os podéis imaginar el final, si no, ahí va el spoiler: el médium ayuda al niño y este a su vez le pone en contacto con la mujer que ve su vida realizada al encontrar a alguien que realmente se cree todo por lo que pasó. Y se termina así.
La chica francesa es la desconocida Cécile De France, su interpretación parece un poco forzada, pero es que realmente su trama era tan aburrida que cada vez que salía en pantalla metía la cabeza en el cubo de palomitas. Los niños gemelos son Frankie y George McLaren y no parecían estar muy metidos en la película. A veces hasta creo que miraban a los lados buscando cámaras. El médium es el chico de la portada, Matt Damon, que sí realiza una gran interpretación, como siempre. En una sub-trama se liga a Bryce Dallas Howard, pero duran poco.
Bueno me estoy metiendo demasiado con el trabajo del bueno de Clint y aunque solo sea por sus pelis con Leone y por haber creado Sin Perdón, posiblemente el mejor post-western de la historia, le debo un poco de peloteo. Hay tres escenas, una de cada prota, que puedo rescatar. La escena inicial donde el tsunami de indonesia arrastra a la futura ensayista hacia su no-muerte es realmente impactante. También es bueno el montaje de médiums con los que se topa el gemelo solitario. La tercera es una escena en un curso de cocina donde Damon conoce a Dallas Howard. Esta última es realmente bonita aunque, eso sí, saca al espectador una vez más de una trama que nunca llega a ocurrir.
Pero como sé que lo que os gusta es que de palos (algunos solo se leen mis críticas puntuadas por debajo del 5), he dejado para el final lo que a mi parecer es lo peor de la película. La música. Pianitos a lo Eastwood cada vez que había un momento emotivo. Para el que no haya visto la película, los pianitos a lo Eastwood es algo que se inventó con Los Puentes de Madison. Esta técnica consiste en meter una escena exageradamente emotiva, por supuesto fuera del hilo argumental, y cuando se llega al culmen de belleza, meter música tierna de piano de fondo. ¿Qué consigues con esto? Efectivamente, hacer que el espectador medio vomite arcoíris.
Aquí tenéis el tráiler. Disfrutadlo mientras podáis pero, si queréis ver una peli buena de Eastwood, elegid entre sus 35 títulos como director, al menos 15 son verdaderas obras de arte. Esta no es una de ellas. Un 4.
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