22/7/16

Expediente Warren: El caso Enfield (The Conjuring 2)

'Expediente Warren: El caso Enfield', vuelve el exceso.


Posiblemente una de las películas de género que más expectativas a logrado en años. La culpa la tiene 'Expediente Warren: The Conjuring', una maravilla que James Wan se sacó de la manga uniendo el añorado terror ambiental con gotitas del cine más comercial actual. Y el problema, irremediablemente, viene de la temida comparación.

En 2013 todo era nuevo. Nadie esperaba algo que pasase a la posteridad, si bien habíamos disfrutado de anteriores obras del director como 'Saw' o 'Insidious', era difícil adivinar la que se nos venía encima con aquella joyita.

Esta vez todos estábamos listos, ansiosos y sedientos de buenas atmósferas, momentos de tensión y repuntes humorísticos y musicales para embellecer el conjunto. Y lo cierto es que lo ofrece, todo lo bueno de la primera está en la segunda, pero todo lo que supo esquivar, aquí aparece como si siempre hubiese estado presente, como si nadie hubiese destacado su ausencia como algo positivo.

Volvemos a disfrutar de grandes momentos de tensión filmados con un gusto envidiable, cierto, pero terminan en una insoportable subida del audio para disfrute de amantes del terror de los 2000.

Vuelve el misterio de lo oculto en el más allá, pero se hace visible desde el inicio con hasta tres representaciones de monstruos que no terminan de apetecer y que son absolutamente expuestos antes de llegar ni a la mitad del metraje. Dame una entidad maligna, no a la mezcla de Jack Skellington y Marilyn Manson. Asusta mucho más el retrato cuando sólo es un retrato, la imaginación siempre es mucho más aterradora que unos afilados dientes ensangrentados sin ningún sentido.

Vuelven las canciones que nos sitúan en la época, pero esta vez metidas a capón y usando recursos tan manidos como el picadito de imágenes londinenses con el 'London Calling' de The Clash que termina uniendo el delay final con una conversación. Joder que me encantaba el tema, pero odio esa mierda desde que la usaron por décima vez para lo mismo.

Y en cuanto al caso real, digamos que si en la de 2013 se usaba la experiencia verídica de los Perron como punto de partida y fondo para que Wan ampliase con elementos cinematográficos, aquí no es más que la introducción de una sobrecargada historia que busca un final de resolución detectivesca, mucho más cerca de encontrar al asesino de puzzle que de exorcizar a nadie.

En definitiva, una pena. Si esta fuese la primera, admito que estaría destacando todo lo bueno que tiene y diciendo que es una película más que competente, una recomendación interesante para los amantes del género. Pero, como viene de donde viene, es inevitable destacar sus tropiezos, elementos que hacen que disfrutemos muchos menos de sus aciertos y que nos obligan a pensar que Wan, además de buen gusto, tuvo suerte.

Y ahora, porque sí, ordeno sus películas como a mí me gustan:


Dos buenos tipos (The Nice Guys)

'Dos buenos tipos', glory bendit.


Cuando todo funciona, abandonas la sala con una sonrisa similar a la que debió poner el bueno de Shane Black al leer el guión terminado por primera vez.

Todo lo que apuntaba en 'Kiss Kiss, Bang Bang', y que tuvo que relegar a un escueto prólogo en 'Iron Man 3', explota por fin en su mejor película como director, y uno de sus tres mejores trabajos como guionista.

Viajar al noir Los Angeles de los 70 es siempre maravilloso, pero si además se hace desde el cachondeo y la exageración cartoon, el placer es tan embriagador como las sustancias en pantalla.

Los nunca demasiado expresivos Russell Crowe y Ryan Gosling se pican a ellos mismos, cediéndose espacio en pantalla cuando uno lo necesita pero divirtiéndose como nunca en los momentos descocados.

El guió de Black está lleno de regalos para las dos estrellas, pero también para un público ansioso de inmiscuirse en el misterioso asesinato de una actriz porno, la supuesta aparición de la difunta y la inexplicable huída de una amiga de la víctima.

La cámara se excede cuando quiere, como recordando que 'Sin City' y otras barrabasadas modernas son todas hermanas de padre, pero la mayoría del metraje está al servicio del guión y la ambientación, una dupla que se ha fundido en un solo ente placentero, como el whisky y los puros.

Una historia maravillosa, divertida y embriagadora, como lo que Paul Thomas Anderson no terminó de hacerle a Pynchon en 'Puro vicio' por respeto a la paranoia.

Green Room

'Green Room', cuando el bolo se complica.


Escrita y dirigida por Jeremy Saulnier, que ya llamó la atención con 'Blue Ruin', cuenta el problemilla con el que se topa una banda de punk de mala muerte al tocar en un garito nazi. Al principio la tensión se sostiene por aquello de que los extremos se juntan, pero una sorpresita en el backstage dejará al grupo encerrado y rodeado de skinheads con ganas de sangre.

Tensa, agobiante e inclemente con el espectador, la cámara baila entre el encierro de los asediados y los planes de los que amenazan desde fuera.

Con un reparto plagado de caras más o menos nuevas, terminan destacando los que sí tienen nombres conocidos como Imogen Poots y Anton Yelchin, perfectos en sus roles acobardados, o el mismísimo Patrick Stewart como ingobernable mandamás de los violentos.

Título a recomendar a todo amante de la tensión, imprescindible para aquel que haya tocado con una banda en garitos en los que, en algún momento, ha pensado en salir por patas. Si no te interesa nada de esto, tiene otra excusa más: ver una enfrentamiento entre el Capitán Jean-Luc Picard y el nuevo Chekov.

Warcraft: El origen (Warcraft)

'Warcraft: El origen', armaduras gordas, orcos descoloridos.


Excusatio non petita accusatio manifesta, pero como nos conocemos: soy consumidor de fantasía habitual y antiguo jugador de 'Warcraft II: Tides of Darkness' y 'Warcraft III: Reign of Chaos'. Pese a no haber caído en las redes del 'World of Warcraft', creo que estoy muy cerca de ser el público objetivo de esta película. Y dicho esto...

Uno de los mundos más exitosos de la historia de los videojuegos online llega a la gran pantalla, y lo hace de la mano de Duncan Jones, promesa del cine de ciencia ficción con un par de títulos absolutamente recomendables en su haber.

Universal lo ha dado todo, incluyendo en ciertos carteles un "The Beginning" que ha permanecido junto al título español y que tiene como finalidad dejar clara la intención de principio de franquicia, como si quisiesen hipotecarse al estilo Disney y presentar un calendario de secuelas a diez años vista.

Tenían la intención, un buen equipo y un material complejo pero con posibilidades, ¿cuál ha sido el problema? Supongo que no han logrado domar a la bestia.

El guión de Charles Leavitt y el propio Jones, nos presenta a una miríada de personajes en pleno conflicto, muy preocupados por lo que están haciendo, como si esta fuese la batalla de su vidas. Cuando conseguimos entender el escenario, descubrimos que aun no sabes que sí, que puede que se enfrenten a un acontecimiento clave, pero que cuando la cinta comienzo aun no tenían ni idea, ¿por qué tanto mosqueo?.

Esa preocupación constante por casi nada, logra quitar importancia a los conflictos cuando por fin llegan. Encontrarnos a todo bicho viviente inmerso en una supuesta aventura sin presentación previa, hace imposible posicionarse con nadie. A esto no ayuda el soberano esfuerzo en lograr personajes blancos en ambos bandos, dejando que ese choque entre dos mundos parezca solo el capricho de un tipo al que tampoco terminan de tragar sus propios seguidores.

Todo esto avanza a trompicones, abriendo todas las subtramas necesarias para ramificar el ansiado futuro de la franquicia, ignorando por el camino a los pobres espectadores de esta presentación.

Solo los más versados entenderán cada decisión tomada y, aunque algunos sigan defendiendo que eran el único target, lo invertido no es si no una prueba tangible de su error. Esta película no está pensada para satisfacer a académicos y críticos de mirada altiva, pero tampoco para esquivar a todo aquel que no conozca el cuento de antemano o no se contente con repetir en otro formato.

Eso sí, Duncan Jones está perdonado. Dirigió 'Moon', puede hacer lo que quiera.


10/7/16

Tres recuerdos de mi juventud (Trois souvenirs de ma jeunesse)

'Tres recuerdos de mi juventud', y la chica que transcurre por ellos.


Otra de las elegidas para terminar una jornada a las tantas en San Sebastián, arriesgándome a que el director, Arnaud Desplechin, quisiese colar algo tan plano como su anterior 'Jimmy P.'.

La verdad es que mejor sí que es, aunque no sé si como para hacer ese esfuerzo de la vigilia festivalera. La trama repasa la infancia de un joven francés que recuerda la difícil convivencia con su madre, un curioso viaje de estudios y la turbulenta gran relación sentimental con la mujer de su vida.

Desordenada y arrítmica, 'Tres recuerdos de mi juventud' funciona durante la hora y cuarto que dura la historia de los jóvenes enamorados. Los 30 minutos iniciales despistan marcando un esquema que nunca se sigue, y el epílogo final no termina de estar bien resuelto. Si nos quedamos con esa sección que debería ser la película en sí, la nota media sube. Pero, como no es así, pues no.

Lobo (Theeb)

'Lobo', paseo otomano.


Nominada por Jordania a mejor película de habla no inglesa en la pasada edición de los Oscar, la opera prima de Naji Abu Nowar es una tensa aventura por el desierto, un versión a escala 'Lawrence de Arabia' sin la magia de aquella pero con buenas intenciones.

Sigue el día a día de Theeb y Hussein, dos hermanos beduinos que guían a un oficial del ejército británico hacia un pozo camino de la Meca.

El problema radica en su tono, demasiado dramático para ser una epopeya de descubrimientos pero floja como para thriller de supervivencia. Ese terreno entre ambos mundos hace que. al final, se olvide con facilidad.

2/7/16

X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse)

'X-Men: Apocalipsis', el fin del mundo, onemoretime.


Al final, la culpa la tiene Matthew Vaughn. Tras los dos grandes primeros capítulos con los mutantes, la cosa se vino abajo a la tercera, pura inercia, y con el ridículo exploitation de Lobezno. Nos podíamos haber quedado ahí, pero no, a Vaughn le picó el gusanillo y reformuló el invento con la que hasta ahora sigue siendo la mejor entrega.

Fue entonces cuando Bryan Singer se enfadó y dijo que la pelota era suya, que iba a jugar él. Y lo cierto es que tiene su encanto, sabe hacer varios trucos que no puedo negar que no sean como para aplaudir, pero los repite tanto que dejan de asombrar.

Y ese es el principal problema de esta película, un título que me hubiese fascinado de llegar antes que el resto, bajando así la nota de sus predecesoras en ese hipotético futuro pasado. Y si os estáis liando, es porque estoy intentando hacer un homenaje a la imposible línea temporal del mundo mutante cinematográfico.

Los nuevos funcionan, el grupo formado por Cíclope, Jean Grey, Rondador y Júbilo promete. En el bando enemigo la cosa no está tan clara, ni el diseño de Apocalipsis funciona ni se ha logrado que impresione su séquito. Tormenta se salva, espero con ganas su incorporación a la pandilla molona, pero Angel y Psylocke no terminan de servir para mucho.

James McAvoy y Michael Fassbender siguen cumpliendo, porque no saben cómo no hacerlo, pero la rutina y la falta de un director con verdaderas ganas de asombrar parecen ir minando a los personajes. Esto se acentúa especialmente en una Jennifer Lawrence apática y desesperada por salir del rodaje, haciendo que sus escenas sean aun más incómodas que las de los capítulos finales de 'Los juegos del hambre'. Si saben que no quiere, ¿para qué la invitan?

Y el resto es una repetición de patrones: Magneto está exiliado, se une con los malos por motivos equivocados, su gran poder hace que deban intervenir sus colegas, entra en razón, salva el mundo y, apenado, se exilia. Y vuelta a empezar.

La reiteración hace que Singer no solo calque bases argumentales, si no detalles específicos que en su día funcionaron. ¿Os gustó la genial escena de Quicksilver? Pues aquí la tenéis otra vez, pero mucho más larga y sin el elemento sorpresa. Queredme.

Una cinta a medio camino, la peor de las buenas, la mejor de las malas y, curiosamente, con el mejor momento del sixtipidor de las garras en toda su carrera como tipo enfadado con patillas.

Aquí mi muta-ranking, que si no lo pongo reviento:


Más allá de las montañas (Shan he gu ren)

'Más allá de las montañas', la vida es lo que tiene.


Esta producción china cerró una de mis maratonianas jornadas en San Sebastian, puede que erroneamente. La culpa sólo la tengo yo, que ya sé que ver a Jia Zhangke de madrugada es deporte de riesgo, pero así programo los horarios: sin red.

Un relato en tres momentos temporales diferentes que comienza con un trio de amigos en 1999, justo cuando ella debe decidir con quién quedarse. Los dos tercios restantes de la peli corresponden a las consecuencias de su decisión en 2014 y 2025, especialmente en lo que concierne a su hijo.

El olvido de algún personaje, la actuación regulera de otros y la tontería imperante, podrán echar para atrás a aquellos que desconozcan las libertades que suele tomarse el director. Más fácil de olvidar que de ver, contiene grandes momentos pero, en general, a mi no me ha llegado como querría.

La bruja (The Witch)

'La bruja', ven a jugar al bosque, tenemos animales.


Menos mal que, de vez en cuando, pasan cosas como estas. Milagros macabros y oscuros, envueltos en una bruma hipnótica que te lleva de la mano hacia donde sabes que nunca deberías dirigirte. Una orgía de religión, paganismos y sombras compartidas donde bailar alrededor de una hoguera.

Bendito sea Robert Eggers, porque nos ha llevado a uno de los rincones y momentos más encantadoramente enfermos de nuestra existencia. Una Nueva Inglaterra embarrada, llena de hombres temerosos de Dios y mujeres asustadas del hombre. Casi parece que el maligno se paseaba sin reparo entre sus iguales a mediados del XVII.

Un reparto perfecto, comandado por el desmesurado Ralph Ineson y con Anya Taylor-Joy como la cegadora luz oscura que nos atrae como moscas a la miel.

Y Black Phillip, o el conejo, o el cuervo, o donde decida Eggers que debemos entender que ha decidido posarse lo podrido, corrompiendo todo a su paso y apagando la tenue luz que casi pedía a gritos dejar de existir.

Un regalo del de abajo, ataviado de clásico, como sabiendo que, en el fondo, los dos bandos se quedaron encerrados en la época en la que los de aquí decidimos que estaban más presentes.

Huíd los que prefiráis el terror de los 90/00, aquél de otorragias sorpresivas, que en una película con este título os hubiese mostrado a una bruja.

Si aun dudas, o si has disfrutado y ahora necesitas más, hice este listado de recomendaciones a las que me olía esta película para Fotogramas.es:

5 películas que inspiraron ‘La bruja’, y otras 20 que rondan parajes similares