24/9/18

San Sebastián 2018, día 2


El reino’ (Rodrigo Sorogoyen, 2018) es una burrada. Incisiva, rápida y despiadada, Sorogoyen logra una versión feroz de ‘Margin Call’ en la que, desgraciadamente, la empresa responsable del daño no termina de caer.

Un thriller veloz sobre los trileros de la mafia gobernante en el que, sin dar nombre, todos podrán verse identificados y regodearse de sus hazañas como cuando Tony y compañía disfrutaban de Silvio imitando a Pacino.

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Mirai, mi hermana pequeña’ (Mamoru Hosoda, 2018) ha resultado ser la película menos interesante del realizador japonés.

Puede que su filmografía anterior juegue demasiado a la contra, cualquiera lo tendría difícil para superar aciertos como ‘La chica que saltaba a través del tiempo’ o ‘El niño y la bestia’, y Hosoda lo intenta volviéndose más íntimo, centrando su nuevo relato en los celos de un niño que ha dejado de ser el pequeño de la familia.

Pero las buenas intenciones no siempre son suficientes y, aunque posee un encanto innegable, termina volviéndose repetitiva y algo falta de gancho.

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ALPHA (The Right To Kill)’ (Brillante Mendoza, 2018) iba a ser el ‘Hard Boiled’ filipino pero, por desgracia, la única unión con la de Woo es que uno de los protagonistas es Chow Yun-Fat de joven.

Brillante Mendoza denuncia el salvaje juego sucio de las fuerzas del orden filipinas en la lucha contra la droga en una película que, según avanzan los minutos, se va deshaciendo en una trama muy vista que no termina de encganchar.

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Mudar la piel’ (Ana Schulz, Cristóbal Fernández, 2018) es otra muestra de que el documental español, a base de reinventarse, pasa por un momento absolutamente glorioso.

Ana Schulz nos cuenta la historia de amistad entre Juan, su padre, un incansable mediador que dedicó gran parte de su vida a buscar la paz entre ETA y el gobierno español, y Roberto, su mano derecha hasta que se descubrió como un agente infiltrado del CESID con la extraña misión de poner palos en las ruedas de sus propios jefes.

Mudar la piel’ funciona tanto por el relato familiar y filosófico tejido entre Roberto, Juan y su familia, tanto como para volver a señalar que la tapa de la cloaca está abierta. Solo hace falta asomarse para ver lo que hay dentro.

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