20/12/11

The Artist

Hoy he visto The Artist, la única película que, fuera de estrenos y festivales, he visto provocar aplausos durante sus créditos finales en una sesión tardía de domingo en un pequeño cine de pueblo.

Así da gusto mirar la cartelera
Parece mentira pero así es. Lo mejor de la era del 3D, el sonido envolvente y las sagas multisalas es una peli en blanco y negro, muda y francesa. Una película que ha compartido fecha de estreno con terceras y cuartas partes de grandes producciones viendo así reducido su número de copias (en Madrid ocho salas contra las cuarenta y cinco de Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma). Puede que todo esto cambie si en unos meses se lleva unas cuantas estatuillas y toca volver a sacar ese precioso cartel en blanco y negro.

Michel Hazanavicius es el director y guionista de esta declaración de amor al cine. El francés ya demostró su valía en dos éxitos de taquilla en Francia que pasaron desapercibidos en el resto del mundo. OSS 117: El Cairo, Nido de Espías y OSS 117: Perdido en Río son dos homenajes en clave de humor al cine de agentes secretos. Tan divertido como Austin Powers pero conservando la elegancia del mejor James Bond, espero que el éxito de su nueva película sirva también para que alguno descubra estas otras.

Esas locas pelis mudas
El bueno de Hazanavicius no se aparta de la comedia del todo en esta ocasión, The Artist es muy divertida, pero el proyecto era mayor y el drama ocupa un lugar importante. Y es que estamos hablando de un clásico del Hollywood de los años veinte por lo que el amor y sus complicaciones, y por lo tanto la comedia y el drama, son los protagonistas.

El argumento nos lleva a 1927. George Valentin es un famosísimo actor de cine mudo que disfruta de su éxito. El problema es que es el momento del cambio y el cine sonoro surge con fuerza. Peppy Miller, una joven actriz que conoce a Valentin por casualidad, se va haciendo hueco en las películas habladas mientras que el antaño triunfador ve como su carrera desaparece por no saber adaptarse.

No todo son buenos momentos
Jean Dujardin es el espléndido protagonista que demuestra una técnica virtuosa en el arte del gesto oportuno. Su genial actuación le ha valido el premio en Cannes y espero que el hombrecito dorado en un par de meses. Dujardin fue el agente 117 en las dos pelis anteriores del director y ya demostraba un talento innato para la sonrisa y la pose. En ocasiones se te olvidaba que no estabas ante un joven Sean Connery. Esta vez la maestria se lleva a otro nivel y su actuación remite a actores con aura de leyenda como Rodolfo Valentino, Errol Flynn o Gene Kelly, del que la película bebe en muchos aspectos.

Bérénice Bejo en una preciosa escena
Bérénice Bejo, que ya acompañó a Dujardin en OSS 117: El Cairo, Nido de Espías, es la aspirante Peppy Miller. Su interpretación es tan cuidada y perfecta como la de su compañero y aporta la gracia necesaria que no solian tener muchas musas del cine de la época, sobrevaloradas ahora hasta la extenuación. Bejo sabe moverse en pantalla y se apodera de la cámara siempre que tiene ocasión.

Junto a los portas está un perrito muy simpático llamado Uggie y los geniales James Cromwell, aquí criado de la estrella estrellada, y John Goodman como productor de cine ambicioso. Ambos están absolutamente sublimes. Goodman queda en blanco y negro aun mejor que en color. Penelope Ann Miller tiene un pequeño papel como mujer abandonada en su hogar y Malcolm McDowell hace un divertido cameo.

A estas alturas los más cinéfilos habréis encontrado ciertas similitudes con varios clásicos del celuloide. El argumento remite en gran medida a Cantando Bajo la Lluvia, donde sus protagonistas también tambien sufrían la llegada del cine sonoro. El comienzo de The Artist es un homenaje claro a la película de Stanley Donen y la actriz enfadada, interpretada aquí por Missi Pyle, es una clara referencia al personaje de Jean Hagen. Pero la película entera está llena de referencias al cine de la época y sería inútil ir enumerándolas, lo mejor es que lo veáis en la pantalla grande vosotros mismos.
Los artistas en cuestión
El montaje y la fotografía encuentran el punto exacto entre el homenaje y la utilidad y, junto con la magistral banda sonora de Ludovic Bource, acompañan a los personajes de un modo tan preciso como sus propias actuaciones. El resultado de la mezcla de todos estos elementos es una sonrisilla perpetua en los espectadores hasta, al menos, la vuelta al mundo real.

Genial John Goodman
La estructura de la película es tan clásica como su trama pero aun así sigue funcionando como el primer día. Tras la presentación de los personajes y su situación en la historia, llegan los problemas. El clímax al que se llega en la ultima parte de la película es tal que solo un majestuoso final feliz podría salvarnos a todos de una muerte en la butaca. Un final que llega y está cargado con todo lo que ha tenido el resto de la película. Comedia, drama, romance y cine, muchísimo cine.
Id al cine ¿no os da pena que se queden con esa carita?
Aquí el tráiler. Para comparar esta película con otras tengo que buscar diversas excusas. Como cinta de la época, Luces de la Ciudad, con un Chaplin que se negaba a apuntarse al cine sonoro. Como referencia argumental, Cantando Bajo la Lluvia. Como cine mudo tardío, La Última Locura donde Mel Brooks hacía de las suyas. Tampoco os perdáis las dos anteriores del director que ya he nombrado pero, sobre todo, no os perdáis esta. Un 10. He dicho.

3 comentarios:

  1. Un 10? venga tio, quien te ha pagado?

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  2. Cállate Conan. Un 10 sobre 1.
    ES INCREÍBLE !!!!!!!!!!!!!

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  3. tienes razón ¡Que peliculón!

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