Abrígate que refresca |
La trama, basada en una novela de Juan de Dios Garduño, nos sitúa en un futuro nevado donde un apocalipsis vírico ha arrasado con la raza humana. Tres de los escasos supervivientes, conviven en dos casas vecinas mientras se preguntan si el frío habrá terminado con los muertos vivientes. Una turbia historia hace que los dos adultos no puedan ni hablar entre sí, mientras la hija de uno de ellos intenta estrechar lazos.
Matthew Fox, aunque sólo sea por los que aun recordamos lo de Perdidos con cariño, cumple como barbudo desesperado. Se puede decir lo mismo de Quinn McColgan, la niña del relato, y me cuesta un poco más defender al hierático Jeffrey Donovan. La sorpresa española viene de la mano de Clara Lago, aparición estelar que pretende dar un giro que nunca termina de llegar.
Y es que ese es uno de los problemas de Extinction, parece estar desesperada por apuntar posibles bifurcaciones que luego desaparecen, como esa voz fantasma que escucha el personaje de Matthew Fox y que termina siendo olvidada. Tampoco es que el desarrollo de las relaciones de los personajes esté muy bien planteado, pasando de gritos de incompatibilidad total a invitaciones gratuitas de escena a escena. Qué daño le ha hecho a los guiones descuidados esa gloria que es The Last of Us.
La pena es que esos fallos no dejan disfrutar mejor de una película que, siendo sencillita, podría haber dejado muy buen sabor de boca. Entre la cámara borrosa de casi todas las escenas de acción y los descuidos del libreto, no vemos la cuidada puesta en escena y el interesante planteamiento que, a ratos, sale a la luz.
Algo ha vuelto |
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