Todo vale |
El argumento nos cuenta la historia de un caracol fanático
de la velocidad. Un buen día termina dentro de un coche tuneado y el sistema de
nitro del motor se mezcla molecularmente con su cuerpo, como no podía ser de otra forma, y adquiere una velocidad
muy chula y otras cualidades automovilísticas. Un vendedor de tacos descubre su
talento y le apunta a las 500 millas de Indianápolis para competir contra
coches de verdad. Y dos huevos duros.
A tope el cacol |
Técnicamente la película es una nueva demostración de poder
de la que es posiblemente la segunda compañía más capaz en este terreno. Las
texturas y colores harán las delicias de los aficionados y dejarán absortos a
los más pequeños, único target real de Turbo.
Y es que esa es la gran pega, su locura argumental contrasta
con el limitado guión que no va más allá del ejemplo tipo de historia de
superación para público infantil. Esto en sí no es malo, para su audiencia
ideal la peli funciona, pero si se compara con otros productos de animación que
contentan a cualquier miembro de la familia e incluso a los críticos más
quisquillosos, esta no vale.
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