Qué divertido |
Ken Scott, que ya consiguió colársela a alguien haciendo un remake de su própia primera película mediocre, dirige este intento de desfase sin salirse de la raya y consigue no llegar ni al que busque comedia blanca, ni al que espere el lado más enfermo de la industria.
La trama nos presenta a un tipo que tiene una pequeña empresa junto con un viejo harto de la vida y un joven imbécil, supongo que para hacer chistes buenísimos sobre ambas edades. Juntos van a Berlin a un viaje de negocios y las cosas se les complican un poco, aprenden una importante lección sobre la vida y la amistad y ganan.
La juerga sin ataduras que presenta el cartel corresponde a un pequeño montaje que da paso al tercer acto de la película y que no acarrea grandes problemas a los protagonistas. El resto son bromas facilonas sobre errores del lenguaje y malentendidos culturales durante hora y media.
Dave Franco haciendo de tonto tienen sus momentos, pero Tom Wilkinson da un poco de lástima y Vince Vaughn me cae mal y no lo va a solucionar con productos como estos. Y ya está, no quiero dedicarle mucho más tiempo a esto porque, sinceramente, no lo merece.
Bueno bueno, ¡pero qué jaleo! |
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