Hasta el título está bajo control |
La trama sigue a tres tipos que acuden a reuniones grupales
para adictos al sexo. Uno lleva muchos años curado pero tiene problemas con su
hijo, otro empieza una prometedora relación y el tercero no sabe por donde
empezar.
Tim Robbins, Mark Ruffalo y Josh Gad son los protas.
Mientras que los dos primeros parecen sobreactuados y, especialmente Ruffalo,
puesto de alguna sustancia calmante, Gad se esfuerza por parecerse a Jack Black
hasta que no sabes si realmente es él.
Gwyneth Paltrow tiene un papel muy desagradecido, de esos
que caen mal irremediablemente. La cantante Pink, o Alecia Moore como se llama realmente y aparece en los créditos, tiene su momento de gloria y poco más.
Como veis por la desgana del que escribe, no hay mucho donde
rascar. Sin estar mal rodada del todo y con un buen rollo que no hace daño, Amor sin Control se queda floja en todos sus aspectos. Ni divertida ni emocional, me
cuesta creer que suponga algo especial para nadie. Y ya está, de verdad que es
que no sé qué más se puede añadir.
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