Merece un cartel más molón |
A modo de falso documental, claro, descubrimos la vida de cuatro vampiros que comparten piso. Un antiguo comerciante, un refinado dandi, un bárbaro del medievo y una criatura del averno, se reparten las labores del hogar y discuten por los turnos para fregar los platos. Su día a día no es fácil, más que nada porque viven por la noche, y tareas tan simples como vestirse correctamente resultan imposibles cuando no te puedes mirar en un espejo.
Ochenta y seis minutos delirantes donde casi no pierde fuerza. Es difícil mantener el ritmo de su increíble primer acto, pero sólo se pasa por un par de valles, tampoco demasiado profundos. Un guión divertido e inteligente, aunque quizá necesitado de ácido, defendido por unas interpretaciones a la altura donde Clement y Waititi se lucen como de costumbre.
Ahora me queda la duda de si las risas y aplausos que cosecha en sus proyecciones festivaleras serán replicadas en salas normales. Su inexistente promoción y el limitado número de copias hacen de Lo que hacemos en las sombras uno de esos títulos a reivindicar con el boca a boca y que, supongo, será mejor valorado por las opiniones de sus espectadores que por la taquilla.
Qué malos son los vicios |
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