El cartel es bastante flojito |
Los directores de Pequeña Miss Sunshine vuelven a realizar
la peli indie del año. Jonathan Dayton y Valerie Faris tienen un gusto
refinadísimo a la hora de escoger guiones. Si el de Michael Arndt, que luego
escribiría Toy Story 3 y ahora es el encargado de no cagarla en Star Wars: Episode VII,
les valió un merecido reconocimiento internacional y un par de estatuillas, el
libreto de Zoe Kazan no se queda atrás. Es más, esta película está muy mal
estrenada, merecía un hueco a finales de enero para tener posibilidades entre
los académicos.
La trama nos cuenta cómo un joven escritor vive del éxito de
la novela que publicó siendo un simple adolescente. Ahora su vida se divide entre visitas al psicólogo y ratos en blanco delante de una máquina de
escribir. Quitando las sesiones de gimnasio que pasa con su hermano, vive aislado de una
sociedad que le insulta continuamente llamándolo genio, algo que no
soporta. Un día comienza a escribir
sobre una chica con la que ha soñado y no puede parar de inventar datos sobre
ella, hasta que aparece en su casa claro.
El escritor y su creación |
Paul Dano, que se hizo conocido por ser el hermano mayor de Pequeña Miss Sunshine, es el escritor torturado. Su relación con el mundo es
similar a la de un joven Woody Allen, es inseguro, va a al psicólogo, lee a
Fitzgerald y tiene dificultades para mantener relaciones pero no puede vivir
sin una mujer a su lado. Si Dano ya demostró en la magnífica Pozos de Ambición
su calidad interpretativa, aquí solo se reafirma.
El hermano parece el primo bajito de Jean Dujardin |
Zoe Kazan es la irreal protagonista. Este es su primer papel
importante y a la vez su primera obra como guionista. Sus padres también están
en el mundillo pero el importante de la familia es el abuelo, nada más y nada
menos que Elia Kazan. El caso es que la nieta tiene dotes para la escritura y
la interpretación tampoco se le da mal. También es verdad que el personaje le
va como anillo al dedo, algo comprensible teniendo en cuenta que debió pensar
en sí misma mientras tecleaba.
Los secundarios están todos a la altura. Chris Messina,
Elliott Gould, Annette Bening y un divertido Antonio Banderas son los ilustres
componentes de un reparto a la altura del típico film de medio presupuesto que
quiere hacerse pasar por independiente.
La suegra naturalista |
Si ya he dicho que el protagonista tiene mucho de Woody Allen, lo cierto es que toda la película bebe bastante del neoyorkino gafotas.
Psicólogos, alienación social, referencias literarias, elementos surrealistas, los
altibajos de una relación o los beneficios de la gran ciudad frente a nuevas
modas rurales, son elementos que no le serán ajenos a los fans del director de
Manhattan y que pueden encontrarse en Ruby Sparks.
El ritmo que los directores y la guionista han sabido darle
a la trama hace que nos topemos con una peli fluida, divertida y trágica cuando
debe serlo. El clímax final está can conseguido que convierte el
entretenimiento en algo más maduro e interesante pero sabiendo volver al género
al que pernetenece justo antes de terminar. Así, tanto el que haya ido a ver una
comedia romántica como el que quiera algo más, saldrá satisfecho.
Visitando al Dr. Gould |
Lo único que sí le reprocho a Zoe Kazan es la falta de una
buena compilación de canciones como banda sonora. Solo hay como cuatro temas a
lo largo de la película y, o no son muy llamativos, o están demasiado manidos
como el Ça Plane Pour Moi de Plastic Bertrand. La banda sonora original de Nick Urata no está mal pero una peli especial como esta
merecía una selección de temas más o menos conocidos que terminen recordando la
trama cuando se escuchen fuera de la sala.
En conclusión, una sorpresa inesperada gracias al escaso
éxito de crítica y público. Si tú, querido lector, decides ver Ruby Sparks
ahora, puede que te defraude debido a mi entusiasmo, pero es que esperaba una
chorrada como un piano y he pasado un rato genial.
¡Qué he hecho! |
No hay comentarios:
Publicar un comentario