25/10/16

Sitges 2016, día 8

Ocho días de cine fantástico puro y duro. Y westerns. Y de acción. Y asiáticos de cualquier género. Y lo que entre, que aquí hay movidas proyectándose en tres salas durante 22 horas al día y la cosa no está para ponerse tiquismiquis.
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'The Neon Demon', la décima película de Nicolas Winding Refn, era la cita obligada del día. Como enamorado del danés, entré a la sala con los brazos abiertos, dispuesto a disfrutar del nuevo trabajo de un tipo al que un compatriota en Cannes gritó "onanista", "pajillero" y "tonto del bote".

Lo cierto es que puede haber bastante de eso, en todos los sentidos posibles. Refn ha vuelto a exagerar su dosis visual, difuminando del todo el fondo entre purpurina, como si tras la distancia recorrida entre 'Drive' y 'Solo Dios perdona' hubiese decidido seguir a ciegas el camino marcado.

Este 'Valhalla Rising' de la moda no es lo que esperábamos, puede que ese sea el gran problema de la crítica de muchos. Quería que fuese más Argento, o al menos que su clímax formase parte de la trama y no constituyese únicamente el final. Aronofsky ya actualizó 'Suspiria' con su 'Cisne negro' y le quedó mucho mejor.

Por otra parte, no puedo negar que no haya disfrutado de una experiencia inmersiva, puede que gracias a ir sin desayunar para identificarme con el hambre de las protagonistas. Las imágenes del maldito NWR siguen embaucándome y, gracias en gran medida a la fascinante banda sonora de Cliff Martinez, disfruté cada plano de esta maravillosa chorrada.

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'Hardcore Henry' es la película con la que mejor me lo he pasado en Sitges, y ya está. Lo que necesitaba y, por cautela, no esperaba.

¿Qué quería? Hora y media de acción desenfrenada en primera persona sin parones y con una excusa argumental divertida.

¿Qué ofrece? 96 minutos de tralla absoluta, filmada con un gusto y técnica intachables, que bailan sobre una divertida historieta de videojuego.

Ilya Naishuller, el ruso tras este proyecto financiado en parte por crowdfunding, la cagará cuando le den dinero en Estados Unidos y ruede allí su primer petardo pero, ahora mismo, solo puedo agradecer el buen rato que me ha hecho pasar y le adelanto mi agradecimiento por las veces que volveré a ver esta joya.

La mejor película de acción desde 'Redada asesina 2', lo más cerca que estaremos de ver en pantalla grande una gamberrada gloriosa como 'Far Cry 3: Blood Dragon'.

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'Creature Designers: The Frankenstein Complex' (Le complexe de Frankenstein), uno de esos motivos por los que en Sitges hay que estar muy atento a los documentales.

Maravilloso repaso a los genios tras los monstruos, abarcando el cine desde los maquillajes de Lon Chaney al diseño de criaturas en CGI, pasando por bichos de goma, stop motion, marionetas y animatronics.

Alexandre Poncet y Gilles Penso, que ya había dirigido 'Ray Harryhausen: Special Effects Titan', dirigen este necesario acercamiento a las bambalinas del género donde se disfrutan de las impresiones en primera persona de figuras de la industria como Rick Baker, Joe Dante, John LandisGuillermo del Toro, Mick Garris, Greg Nicoreto, Kevin Smith o Phil Tippet entre otros.

Divertido, instructivo y elegante, es todo un imprescindible para cinéfilos en general y amantes del fantástico en particular.

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'Crudo' (Grave) era el título de este año con el "una señora se desmayó en Sundance" como coletilla. No era a una señora y fue en Toronto, pero estas cosas del boca a boca funcionan y la sala se llenó en todos los pases de la película.

Primer trabajo de la francesa Julia Ducournau, una curiosidad rodada con bastante gusto sobre una estudiante de veterinaria vegetariana que, al chocar contra el mundo exterior en la facultad, descubre que le gusta la carne. Mucho. Y muy cruda.

No termina de pasar de fábula sobre animales que se comen unos a otros, de pequeño relato que servirá como excusa para que no olvidemos que su siguiente película será de "la directora de 'Crudo', aquella que hizo que una señora se desmayase en Sundance". Y habrá que ver qué ha hecho.

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'Sadako vs Kayako', todo lo que esperabas y no consiguieron con 'Freddy contra Jason'.

Y es que las dos sagas niponas en las que se centra entre cruce, aquellas que popularizaron las exitosas 'The Ring (El círculo)' y 'La maldición (The Grudge)', están tan gastadas como lo estaban en su día los dos monstruos norteamericanos.

La diferencia es que Kôji Shiraishi sí ha encontrado el genial equilibrio entre el respeto por la esencia y exageración festiva, logrando una película divertida con algunas escenas de terror que te recuerdan por qué un día te aficionaste a las historias de fantasmas orientales.

Una auténtica celebración del terror japonés que hubiese alquilado con el mismo fervor que a sus originales.

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'OMG, I’m a Robot?!', o cómo perdí el juicio y no me fui de vuelta a mi habitación.

Decidí ir a la maratón tardía por el pase a la 01:00 de 'Sadako vs Kayako' pero, me lo pasé tan bien, que me quedé a la segunda.

Esta chorrada israelí está compuesta por 90 larguísimos minutos de colegas flipándose con lo que les ha llegado que fueron los 80, un tutorial de After Effects y muy poca gracia.

La broma es que el prota descubre que es un robot, y con eso tiran hasta el final. Mi reino por volver atrás en el tiempo y decidir no quedarme.

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'Bad Blood: The Movie', porque las desgracias nunca vienen solas.

La anterior fue tan mala que no podía irme con ese sabor de boca  así que, aunque el reloj se acercaba a la hora de despertarse, probé con este cierre de maratón freak que nos vendieron como una divertida cinta de serie B con hombres lobo y giro sorprendente.

Lo sorprendente fue cuando me desperté y vi que los otro 8 valientes que quedaban en el palomar del Retiro, donde ocurre la magia, habían muerto a manos de una criatura especializada en romper cuellos. Cuando fui consciente de donde estaba, descubrí que solo se habían dormido y que yo mismo me estaba despertando.

Me esforcé en volver a atender a la película pero recordé el por qué de mi desmayo: era un truño donde, en vez de tratar la sencilla idea principal, perdían el tiempo con mucho personajes secundarios sin gracias alguna. Cuando miré la hora para obligarme a irme, la película terminó. Demos gracias al Leñor.

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