Hoy he visto
Grandes Esperanzas (Great Expectations), una de
llegar a ser un buen caballero pese a las extrañas circunstancias en las que se
consiga.
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| Muy forzados Fiennes y Bonham Cartel en el cartel |
Nueva revisión de clásico. Esta semana le toca a
Charles Dickens y su
Grandes Esperanzas y ni en
IMDb se atreven a indicar el
número de versiones que existen.
Mike Newell es el director, todo un experto
en sacar partido a buenos actores británicos, y
David Nicholls firma el guión
sin introducir ninguna novedad llamativa respecto a la obra original.
La trama cuenta cómo el joven Pip consigue realizar su sueño
de dejar el campo y convertirse en un caballero de ciudad, todo subvencionado
por un benefactor anónimo. Pip creerá que una excéntrica millonaria es su
mecenas en la sombra para conseguir que esté más cerca, o más lejos según el caso, de
Estella, su amor de la infancia.
La puesta en escena es tan clásica como la estructura del
guión y la elección de los personajes. Parece que
Newel pretendía hacer, si no
la más fiel, sí una de las versiones más clásicas del relato. Es en este punto
donde el espectador decidirá si esto es bueno o malo.
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| Voldemort con nariz y pelazo |
Por un lado, la falta de sorpresas hará que a nadie se le
atragante la película con experimentos más modernos como a muchos les ocurrió con
la escenografía de
Anna Karenina. Lo que
Newell presenta es
Grandes Esperanzas
de
Dickens, ni más ni menos.
Por otro, la ausencia total de innovación o propuestas más
sugerentes que no se aferren a un relato infinidad de veces adaptado, hace que
nos preguntemos si hacía falta. La imaginación vive uno de sus
peores momentos por lo que tirar de clásicos se está convirtiendo en un modo
fácil y simple de sacar dinero.
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| La novia cadáver ¡onemoretime! |
Aquí el
tráiler. Puede que por su falta de valentía haya
perdido en mi ranking de versiones de tochos decimonónicos del año frente a
Anna Karenina y
Los Miserables. Un 7.
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