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Beee |
Escrita y dirigida por Mark Burton y Richard Starzak, la trama nos presenta a la pobre Shaun aburrida de su monótona vida de dejarse crecer la lana para ser esquilada una y otra vez. El granjero que fuese su amigo, ha perdido la ilusión y ya nada es lo que era. Un día decide darse un respiro y, por accidente, mandan al humano de vuelta a la ciudad. Cuando todo se desmadra y los cerdos se hacen con la casa, Shaun y sus colegas deberán partir en busca del amo perdido.
Y todo esto sin decir una palabra, y es que ese es el motivo de que sea tan asequible para los más pequeños y tan refrescante para los mayores. Su humor blanco no deja de ser inteligente en un sólo gag y los momentos slapstick están ahí para arrancar carcajadas de canijos en cada momento.
También es casualidad que coincida en cartel con Minúsculos: El valle de las hormigas perdidas, una producción con la que comparte mucho, desde su condición de cine sin diálogos a su procedencia televisiva para público infantil. Pero hay algo en lo que pierde la francesa y es que, por muy buena que sea su animación, que lo es, el stop motion de Aardam ha llegado a un nivel de pureza que no se puede comparar con nada. Como enamorado de esa técnica artesanal que obliga a veinte trabajadores a conseguir cuarenta segundos de película al día, no puedo más que deleitarme con la maravilla que supone ver a estos muñecos en movimiento.
Por todo eso, si tienes cualquier edad y quieres ver una buena comedia sin mala leche pero con cabeza, no sé qué haces que no estás buscando ya tu butaca.
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¡Nos vamos de farra! |
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