Carmina y Amén, una sobre arrasar con todo y echarse un
cigarrito.
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Y olé |
Hace un par de años
Paco León sorprendió a todos con
Carmina o Revienta, genial ópera prima donde nos descubrió a su madre y exploró el
talento de su hermana. Su aspecto de falso documental era una ayuda extra para
entrar en el mundo de Carmina, despiadado a ratos, duro siempre y tremendamente
cercano. Ahora le toca el turno a la secuela, ejercicio siempre complicado pero
imposible si se realiza sobre un trabajo basado en su originalidad. Las ganas y
el miedo con el que entré en la sala estaban tan justificados como la
satisfacción con la que salí del cine.
La trama nos devuelve al piso donde vive la protagonista el
día en que muere su marido. Carmina, siempre alerta, convence a su hija para no
decir nada a nadie en dos días y así cobrar una última paga extra que está al
caer. Visitas inesperadas, vecinas inoportunas y el de los muertos con facturas pendientes irán perturbando el descanso del difunto y los nervios de la jefa.
El poderío de
Carmina Barrios en pantalla sólo es comparable
al tino de su hijo en la dirección. Cigarro en mano, lleva al espectador a
donde quiere en cada momento, convirtiéndose de nuevo en esa heroína por la que
sufrimos pero que sabemos vencedora por derecho.
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Echando un canelo |
Y si
Paco León consigue eso de su madre sin ser precisamente
una profesional, el nivel al que lleva a
María León es estratosférico. Juntas
parecen pertenecer a ese escenario, a ese piso y a ese barrio. Uno no puede deslocalizar
a las personas del fondo y cuando eso ocurre significa que la creación del personaje
ha sido perfecta.
Pero el ojo de
Paco León no acaba ahí y con el mismo tino
que
Javier Fesser, vuelve a poblar el cuento de secundarios sublimes. Nunca
Yolanda Ramos había dado tanto a un tempo tan bajo, cosa que se reconoció en el
festival de Málaga. Lo mismo ocurre con las vecinas, especialmente ese
velatorio que podría poner celoso al
Almodóvar más inspirado.
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La hermanísima |
La banda sonora deja claro la condición de moderneo que
subyace bajo todo esto.
Pony Bravo,
Espaldamaceta y un
temón western de
Pájaro
suenan durante esta aventura. Para cerrar,
Nina Simone parece ponerse a los
pies de Carmina y cantarle personalmente una versión de
My Way que subraya todo lo visto hasta el momento.
En conclusión, una secuela inteligente, acertada y poderosa.
Se sabe perdedora de la comparación con la original en ciertos aspectos
obligatorios y, por ello, mejora los necesarios para vencer cuando debe. Ya no existe la sorpresa,
pero es más película y, sobre todo, más Carmina.
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#CREOENCARMINA |
Aquí el
trailer. A lo tonto,
Paco León es uno de los
directores españoles de los que espero con más ganas su siguiente trabajo. Un 8.
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