27/11/13

Una Familia de Tokio (Tôkyô Kazoku)

Una Familia de Tokio (Tôkyô Kazoku), una de desencuentro generacional reincidente.

Ozu por Yamada
Y de pronto el veterano Yôji Yamada se saca de la manga del kimono este remake de una de las obras fundamentales del cine clásico japonés. Lo hace además casi plano a plano, respetando Cuentos de Tokio, la cinta inmortal de Yasujirô Ozu, como solo un autentico sensei del séptimo arte podría hacer.

La trama relata cómo una pareja de ancianos visita a sus hijos en Tokio. Todos están muy ocupados y se van pasando el marrón de quedarse con los padres hasta que deciden mandarles a un hotel.

El reparto es una cuidada selección de interpretes donde destacan por encima de todos Isao Hashizume y Kazuko Yoshiyuki, los vejetes protagonistas que querrás adoptar ante la indiferencia de sus hijos.

El principal cambio de Yamada con respecto al relato de Ozu es la presentación de la salvación, la nuera simpática que será su rayo de luz. Mientras que en el original era claramente hospitalaria y envilecía aun más a los parientes directos, aquí la historia está más diluida y su pareja, hijo de los abueletes, ayuda a que el acercamiento final sea posible.

Esto no es ni mejor ni peor, solo diferente. Lo mismo ocurre en toda la película que pierde en ciertas escenas, como la del espigón, y gana en pequeños añadidos, como los dos ancianos mirando durante horas la noria porque no suelen tener un paisaje similar.

¿Y esto es Tokio?
La dureza de la película vuelve a ser más su fondo que su forma. La cercanía de situaciones similares en la vida real, donde los mayores terminan convirtiéndose injusta pero irremediablemente en un estorbo para el ritmo de vida de los hijos, es lo que pega el palo en el alma del espectador. Técnicamente no se permite sensiblerías gratuitas e incluso la banda sonora de Joe Hisaishi es muy comedida.

En conclusión, una actualización de una historia fundamental que no por conocida deja de ser interesante. Un homenaje de un maestro a un genio con resultado satisfactorio. Una delicia para todo aficionado al cine oriental y otra tortura para aquel que no soporte el tempo pausado del sol naciente.

Cuidado con el sake abuelo
Aquí el trailer. Recordar que pasa lo mismo que con Cuentos de Tokio, emociona y conmueve pero no se deja llevar en ningún momento por la emoción pura. Para eso haced caso a Orson Welles, os ponéis Dejad Paso al Mañana y a llorar. Un 7’75.

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