El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel), una sobre
herencias peligrosas, guerras acechantes y un niño con una manzana.
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Gloria |
Nueva cita con el mundo de
Wes Anderson. Como viene siendo
habitual con determinados directores, aviso que mi profusa admiración puede
enturbiar mi juicio y convertir la siguiente reseña en un listado de piropos al
cineasta. Pero oye, es lo que hay.
Con el escritor
Stefan Zweig como fuente de inspiración y
con
Hugo Guinness como ayudante en la creación de la historia, el guión de
Anderson nos lleva a la Europa de entreguerras. Allí viviremos en un lujoso
hotel de montaña donde, tras la muerte de una acaudalada cliente, la herencia de
la difunta pondrá patas arriba a familia y empleados del lugar. Especialmente
su director, un tipo refinado pero severo, y un joven botones que intenta
aprender de todo. Sicarios, pasteles, controles fronterizos, monasterios con teleféricos, persecuciones en esquís, organizaciones secretas de directores de hoteles y hasta una fuga de cárcel de las que hacen época, qué más queréis.
El reparto está formado por una veintena de las caras
habituales en el mundo
Anderson. Como todos están tan molones como siempre, ni
los voy a nombrar. De los nuevos debo destacar a
Ralph Fiennes y a
Tony Revolori
por ser los protagonistas. Ambos hacen un trabajo destacable, especialmente
Fiennes al que llevaba años sin ver tan interesante y diferente. Aunque con
menos papel,
Saorise Ronan también se hace de querer. Y qué demonios, aunque
solo salga unos segundos si no pongo a
Bill Murray aquí no podría dormir
tranquilo.
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Cuando ir en ascensor era otra cosa |
Artísticamente solo puedo insistir en que veáis
El Gran Hotel Budapest.
Es tan reiterativo como inevitable decir que
Wes Anderson es uno de esos
cineastas con firma propia. Con un sólo fotograma puedes reconocer que una
película es suya. Incluye todos los clásicos de su cine, incidiendo
especialmente en el uso de maquetas a las que esta vez les saca verdadero
provecho. La fotografía es una delicia y el jugueteo que se trae con los
cambios de la relación de aspecto, de panorámico a 4:3 según lo que cuente, es
irresistible para los frikis de la imagen.
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La mosca te vigila |
Musicalmente parece que ha decidido prescindir del todo de
Mark Mothersbaugh y se reafirma en el genial
Alexandre Desplat. Esta es su
tercera colaboración y ahora que
Desplat a despuntado y se le puede oír
prácticamente cada mes en algún film, nunca está tan inspirado como cuando pone
música a las imágenes de
Anderson.
En conclusión, fundamental para los seguidores acérrimos de
su creador y una nueva oportunidad para inspirar a nuevos acólitos. Una preciosidad de
película donde disfrutar relajadamente del aroma de la melancolía. Nunca había
sido tan gratificante visitar el periodo de entreguerras.
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El molar |
Aquí el
trailer. Si alguno anda despistado, que pinche en la crítica
de
Moonrise Kingdom para ver un listado con todas las pelis del director con
mis notas, que son las buenas. Un 9.
Ciertamente la impronta de Wes Anderson empapa la película y de por si sin muchos efectos de guion te atrapa con su colorido, planos, fotografía y efectos visuales. Además, en esta película los actores elegidos llenan la pantalla e interpretan a la perfección la notas de estilo que caracterizan a Anderson. Para mi a esta película le falla que el climax generado deja una esperanza de final apoteósico que no se produce. Lo cual puede ser otra de las inconfundibles características de Anderson que a mí me joden.
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