Cuarto día en
San Sebastián, momento en el que las fuerzas
comienzan a flaquear. El cacao mental de películas y equipos técnicos y artísticos alcanza
cotas preocupantes pero, como me debo a mi público, vamos al tajo.
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Cuidado con los marineros |
Haemoo [Sección Oficial] es un película surcoreana, es decir, buena. No sé que
está pasando allí pero lo están petando muy seriamente una y otra vez. Aun sí,
como somos un desastre, se nos olvida. Allí nos plantamos con nuestros pases y
sin esperanzas para salir sorprendidos por lo mucho que ofrece. Dirigida por
Shim Sung-bo, la trama nos cuenta cómo el capitán de un destartalado pesquero
acepta llevar a unos inmigrantes chinos. La cosa se tuerce y es el momento
donde descubres que no hay géneros, que del drama se pasa al misterio, después
al terror, al gore y, como estamos en Asia, a la comedia absurda. El resultado
es más apetecible de lo que cabría esperar, todo adornado por una puesta en
escena contundente y un ritmo constante, al menos para lo que nos tienen
acostumbrados. Una alegría entonar el cuerpo así tan temprano.
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Pudo ser así |
Negociador [Zabaltegi] es la nueva cinta de
Borja Cobeaga y una de las
más esperadas del festival. Hacer una comedia sobre el alto el fuego de
ETA y
las negociaciones del Gobierno con los terroristas no es fácil y, de un modo u
otro, la polémica estallará en los sectores más radicales. El hecho es que
Negociador funciona. El guión es elegante y sensible cuando debe serlo, satírico cuando toca hacer reír y tremendamente irónico y mordaz en su mensaje.
Cobeaga ha querido imaginar como fue ese hecho, ya histórico, y dotarlo de toda la miseria del ser humano que, recordemos, desde lejos es comedia. El trabajo de
Ramón Barea como protagonista
merece todos los premios a los que le van a nominar. Es torpe, tierno y
bienintencionado, perfecto para el tono que busca la cinta. Está acompañado por
unos secundarios elegidos a la perfección donde destaca, como no,
Carlos Areces
como el villano necesario. Puede que no sea perfecta, los tiempos muertos del
primer tercio me tenían mosqueado, pero tiene los puntos necesarios a su favor
como para funcionar con el público, si es que es verdad que somos tan maduros
como creemos. Además, seguro que no anda tan desencaminado a lo que realmente ocurrió.
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Y nada más |
Loreak [Sección Oficial] es la apuesta potente de cine en vasco de esta
edición. Con un cartel tan seductor, la sorpresa ha sido ver cómo el mimo
estético se extendía por toda la cinta. Dirigida por
Jose Mari Goenaga y
Jon Garaño, cuenta cómo unos ramos de flores cambian la vida de tres
mujeres.
Loreak,
Flores en castellano, tiene muchas características del cine
asiático, todas buenas. El tempo pausado, las localizaciones entre naturales y
urbanitas, la poética fotografía donde se disfruta de la luz solar e incluso el lenguaje, al
menos para los que nos es totalmente desconocido, nos hacen pensar en
Zang Yimou o
Hirokazu Koreeda. Otra alegría de la que nadie esperaba
demasiado, la mitad estábamos allí por cumplir, y de la que se sale pensando que
es probable que rasque muchos premios esta temporada, seguramente merecidos.
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Me temo lo peor con esta crítica |
La Desaparición de Eleanor Rigby (The Disappearance of Eleanor Rigby) [Perlas] es una de esas películas que va a entusiasmar a los suyos.
Jóvenes, modernos, con barba cuidada y la capacidad de cerrar los ojos y decir
qué ropa llevan puesta en ese momento, es decir, la gente bonita. A la gente
bonita le encantará esta película porque tiene todos los ingredientes, por eso
no termino de entender como a mí, que me considero bastante decente, me ha
dejado tan frío. Quizá sea porque pese a su esfuerzo, y ojo que alguno me mata
por esto,
Jessica Chastain me parece tan prefabricada para este papel que me
saca del argumento. Su habitación ha salido directamente de una revista, con su
vestuario y peluquería se podría organizar una semana de la moda y sus pequeños
defectos, como que escuche música mala, no hacen más que subrayar su maldita
perfección. Ese sobrediseño hace no pueda concentrarme en nada o creerme
lo que sea que esté contando. Todo es tan perfecto que te sientes identificado
cuando ves a
James McAvoy teniendo un negocio con
Bill Hader en pantalones
cortos. Luego, aunque se arruinen, te das cuenta de que siguen a kilómetros de
distancia de tu vida pero, joder, comparado con la
Chastain todo
parece palpable. Por todas esas cosas, o porque
Ned Benson no ha sabido hacerlo
mejor, creo que la historia naufraga en un naderío preocupante que no salva ni
el interesante montaje a trompicones. Puede que las expectativas me hayan
jugado una mala pasado o simplemente que no molo nada de nada. Y por cierto,
nada de
The Beatles.
pues me has dejado muchas ganas de trincarme las cuatro, unas porque sí y otras por si acá
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