1/9/14

El Congreso (The Congress)

El Congreso (The Congress), compartirse, venderse o abandonarse.

Que el título no te deje en casa
Regreso del israelí Ari Folman tras triunfar en todo el mundo con la imprescindible Vals con Bashir. Vuelve con animación, esta vez más colorida e imaginativa, pero también con una aséptica fotografía de imagen real que divide la cinta en dos.

La trama es una adaptación del propio Folman de una novela de Stanisław Lem, el autor de Solaris. Aquí aborda un mundo donde los intérpretes han vendido sus derechos de imagen a empresas, como la llamada Miramount, que explotan sus avatares digitalizados mientras ellos viven de las rentas. Ya nadie envejece en el cine y la actuación ha desaparecido. Veinte años después, durante una convención en una realidad animada, se querrá dar un paso más.

Folman moldea la novela de Lem a su antojo y consigue que Robin Wright encaje a la perfección. Su pasado, especialmente el éxito de La Princesa Prometida y el poco peso de su carrera los últimos años, son necesarios para que todo funcione como la magnífica interpretación de la actriz. Harvey Keitel parece algo más descentrado al principio pero, cuando llega su momento de gloria, da gusto escucharle. Además lo que dice contra la ciencia ficción parece salirle del corazón. Maldito.

La animación es todo lo esquizofrénica que requiere la historia. Algo más despegada del flash que la anterior pero aun encorsetada, saca todo el jugo posible a su formato y traslada al espectador a ese mundo alucinógeno en el que se mueve la protagonista.

Buttercup vendiendo lo que le queda
Todo puede volverse un poco complicado en algún momento pero supongo que así son los sueños. Y las drogas claro. Lo cierto es que entre locura y razonamiento, El Congreso termina siendo un estudio mucho más interesante sobre la venta del interprete que Holy Motors y, de regalo, un repaso sobre la vida en sí y la elección final aun más evocadora que El Árbol de la Vida.

Si quieren disfrutar de un buen viaje de ácido filosófico, pasen. Si prefieren pensar sobre las ventajas y desventajas de darle la espalda a la realidad, pasen. Si lo suyo en la hipocresía del actor que se atreve a valorarse, pasen. Si sólo quieren ver la versión buena y sopesada de los intentos lisérgicos de dibujantes de los 70, adelante. Además el maquillaje pone al descubierto que Robin Wright se transformará en Jessica Lange en veinte años así que todo son buenas noticias.

La ciudad está rara
Aquí el trailer. La pena es que la carrera de Ari Folman es lo único luminoso que se puede decir sobre Israel en mucho tiempo. Un 8'5.

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