Abrimos boca con la rareza LFO, producción sueca escrita y dirigida por Antonio Tublen. Era una de las tapadas del fin de semana, nadie sabía mucho de la peli y las expectativas estaban calmadas. Ha resultado ser una interesante historia de ficción minimalista con brotes de acidez que se agradecen. Cuenta cómo un apocado viudo inventa una frecuencia de sonidos que altera la conciencia de las personas. Mientras alguien escuche esta frecuencia, él podrá transmitir ordenes que se ejecutarán incluso cuando cesa el sonido. Gracias a esto jugará con la vida de sus vecinos mientras prueba hasta qué punto funciona su aparato. Lo cierto es que a la cinta le cuesta más de media hora arrancar, es más, todo lo bueno está en sus últimos cuarenta minutos pero, al ser los finales, el buen sabor de boca es innegable. La factura independiente echará atrás a los más despistados pero si aguantas el escollo inicial, lo pasarás bien. Además es de esas que te permite ver quién es más retorcido en tu grupo de colegas en la charla post visionado porque ¿qué harías tú?. Trailer.
Continuamos con Jamie Marks Is Dead, otra de esas películas que utilizan un envoltorio fantástico para contar una historia muy humana. Reconozco que estoy hasta el gorro y que lo que necesito es terror puro, fantasía visual o ciencia ficción rompedora pero, amigos, esto es lo que hay. Dirigida por Carter Smith, cuenta cómo un joven es encontrado muerto en un pequeño pueblo norteamericano. Uno de sus compañeros del instituto puede verle tras el incidente y comienza una bonita relación de amistad, y lo que surja, con el fantasma. Su tono forzadamente indie y el parecido de los protagonistas con Harry y Ron, especialmente el primero, hizo que no terminase de meterme en la peli en ningún momento porque era más divertido pensar que eran los niños magos en una nueva fase de su relación. Entiendo que guste y envidio a los que aun esperen con interés en estas historias mínimas de fantasmas, en Sitges hasta se llevó premio a mejor fotografía, pero yo no puedo, dadme algo más por favor. Trailer.
Y si me dieron un poco más, pero de la misma receta low cost. A Girl Walks Home Alone at Night es una producción iraní escrita y dirigida por Ana Lily Amirpour, cuyo discurso de presentación en Sitges consistió en decir que por la noche estaría en la playa y que fuésemos a buscarla. Decir que te gusta una peli iraní, en blanco y negro, con una vampira con velo que monta en skate y escucha música de los ochenta, es reservarte una plaza en el cielo hypster para siempre. Mi mala suerte ha querido que no sea así. Lenta como ella sola, la cinta es poderosa en ideas visuales pero poco más. Su argumento no da para tanto y si de 99 minutos bajase a 20, sería mejor. Ni todos los elementos que ya he comentado, y un gato que se me había olvidado, sirvieron para engancharme en ningún momento a una floja historia de amor que, por supuesto, es lo que puede encontrarse bajo todo esto, denuncia social a parte. Vamos, que no, pese a que también rascó premios en Sitges pero este año quién no se llevó algo. A todos los que tenían el sentido del arte más afilado que yo les encantó, lo digo por si es uno de esos lectores y quiere probar suerte. Trailer.
Y es que en la Muestra te pueden pasar estas cosas, estás pensando que ha sido una edición algo descafeinada y te topas con un producto que se te mete por dentro. Una pena que vuelva a quedar un año para aplaudir a la luna, gritar cosas a Leticia Dolera y disfrutar de todo esto que nos vuelve locos. #MuestraSyfy 4ever bitches.
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