Ojo con los mostros |
La trama nos presenta a unos americanos que son la leche y descubren una gigantesca pirámide enterrada. Se meten por un hueco y venga, a sufrir. Dentro se pierden, son atacados por gatos flacuchos y perseguidos por un ser malévolo. Casi hora y media de corre corre que te pillo donde es imposible no ponerse del lado de los malos para que se carguen a los plastas de los protas.
Para una vez que tiene un poco más de protagonismo Denis O'Hare, uno de estos secundarios que no localizas pero sabes que has visto en decenas de títulos, le toca el personaje con las lineas de guión más tontas y repetitivas. Y no es que los diálogos no sean buenos, que desde luego no lo son, es que parecen escritos tirando dados en un tablero con letras y formando palabras con los resultados. No puede ser que después de una hora dentro de la construcción egipcia, donde la única trama existente es que se han perdido y no saben cómo salir, se sigan soltando de vez en cuando frases cómo "¿Sabes por dónde vamos?" y "¿Seguro que es por aquí?" PUES NO, NO LO SABE Y TÚ TAMBIÉN SABES QUE NO LO SABE PORQUE DE ESO SE TRATA. IMBÉCIL.
Aun así no es tan bochornosa como para no echársela a la cara, aunque sólo sea para criticarla después. El presupuesto está bien estirado y los pasillos arenosos son más o menos creíbles. Si te tragas con gusto este tipo de productos, más por cinefagia que por otra cosa, ponle mostaza y para dentro.
Pensando si entrar a dar un voltio |
No hay comentarios:
Publicar un comentario