23/2/16

El renacido (The Revenant)

'El renacido', el sufrimiento de un hombre.


Frío, sangre y agotamiento. Muchos espectadores salen extasiados ante la unión de esos tres elementos mientras que otros, humanos todos, sufren como propia la experiencia y desean volver al coche y olvidar el mal trago.

Esto es gracias a la cabezonería de Alejandro González Iñárritu, empeñado en rodar bien para seguir siendo un autor pese a las ventajas y atajos que la fama y los premios traen bajo el brazo. También insiste en dotar de una pátina espiritual al conjunto, no logrando si no las mofas de sus haters, que supongo son incapaces de pasar estos vacíos por alto. Que no es Tarkovsky lo sabemos todos, pero tampoco pierde tanto el tiempo con el asunto como para que sólo critiquemos eso.

Además, el verdadero genio en 'El renacido' hace que todo pase con gusto, incluso los momentos más pretenciosos. Me refiero a Emmanuel Lubezki, un genio que se ha ganado a pulso su puesto en el podio de los mejores directores de fotografía del momento. Ocho nominaciones al Oscar en veinte años, dos y medio con galardón (el medio es por el previsible resultado de este año), y ninguno discutido por nadie. Sus planos secuencia, tanto los alargados con truco como los más reales, han dejado de ser una bravuconada para convertirse en una firma de gusto infinito. Incluso los que no vienen a cuento, porque los usa hasta cuando no hace falta, suponen un placer para el ojo entrenado.

La utilización de luz natural, además de haber propiciado un trabajo de postproducción que no deseo a nadie, logra que la fotografía de Lubezki sea, si cabe, más mágica. Consigue durante sus dos horas y media aquello que se podía intuir en 'El nuevo mundo' y que en algunos momentos tenía 'Hijos de los hombres', un halo mágico formado por la naturaleza más pura y el ambiente del planeta en sí mismo.

Para conducir todo esto, un Leonardo DiCaprio hambriento de premios se deja la piel, casi literalmente. Valoro su esfuerzo y entrega, congelándose realmente en el agua, metiéndose desnudo en un caballo muerto y pegándole un bocado a un pez, demuestra que su dedicación es tan ciega como su incapacidad de bajar el tono de vez en cuando. Lo único malo es que, pese al esfuerzo, no puedo evitar compararlo consigo mismo, perdiendo aquí con cinco minutos sueltos, los que usted quiera, de 'El lobo de Wall Street', su verdadera mejor interpretación hasta el momento.

A todo esto hay que sumarle lo de Tom Hardy, al mismo nivel que el protagonista y con un papel roba-planos que termina convirtiéndose en el cuarto pilar de todo lo bueno de 'El renacido'.

Una eficiente y minimalista banda sonora, unos efectos especiales que han logrado maravillas con la escena del oso y un reparto de secundarios que funcionan como un reloj, terminan de completar los engranajes de una película grande visualmente, que no es poco.

El problema ahora es, ¿me ha calado como cualquiera de los títulos comentados? ¿Seguirá en mi mente como ocurrió con 'Birdman' cuando salí del cine? ¿Es algo más a parte de la joya de la corona de Lubezki? La respuesta es corta.


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