20/9/14

San Sebastián día 1: las películas

Primera jornada en San Sebastián a pleno sol. Con la ciudad debidamente engalanada y la alfombra roja lista, muchos fans se agrupaban en vallas que prometían fama y estrellas.

Da man (foto Montse Castillo)
A media tarde llegó Denzel Washington para dar la correspondiente rueda de prensa y más tarde recoger el Premio Donostia. La película que lo acompañó en la gala inaugural fue The Equalizer de Antoine Fuqua, un tipo que supo sacar todo el partido del actor en Training Day. Como no llegué al pase de la mañana y el de por la noche no me tocaba, no os puedo decir cómo fue pero según los afortunados, parece que no es precisamente una obra maestra. Pasemos por lo tanto a las que sí he visto y dejémonos de tonterías.

Apuntadla
La Isla Mínima [Sección Oficial] es la nueva película de Alberto Rodríguez, un thriller ambientado en las marismas del Guadalquivir. Voy a quitarme rápido la comparación obvia con la que todo el mundo salió de la sala, esta cinta huele a True Detective. Hay que salvar muchos escollos para afirmar esto pero sí, tenemos a dos policías implicados hasta la médula, con problemas entre ellos acechantes y con una localización entre lúgubre y mística. Incluso el clímax final tiene, argumentalmente, los mismos problemas y virtudes.

Una vez expuesta la obligada comparación por coincidir ambos productos en el tiempo, centrémonos en la cinta en sí misma que lo merece. Entre otras cosas porque es de esas producciones españolas que se pueden recomendar fuera sin filtro, si te gustan los relatos negros de investigación, te gustará, sin peros. El trabajo de Javier Gutiérrez vuelve a estar muy por encima de su fama y Raúl Arévalo insiste en demostrarse tan capaz en la comedia, como en un relato como el que nos ocupa. La pareja funciona a la perfección aunque es cierto que en algunos momentos parecen intercambiar roles. No sé por qué el personaje de Gutiérrez empieza pareciendo algo despegado del caso, como si trabajase así, para luego pasar a otro tipo de métodos y afianzarse. Este cambio de comportamiento despista pero si lo pongo aquí es para bajar un poco el nivel de halagos.

Y es que mucho me temo que esta va a ser esa película que termina decepcionando por la plasta que vamos a dar los críticos, pero es que está muy bien. Su preciosa fotografía, con una acabado de postproducción de quitarse el sombrero, hace que La Isla Mínima entre como un tiro, de escopeta, entre arrozales. Sus secundarios funcionan, no hay subtramas que arruinen el ritmo y los añadidos, como los apuntes que ofrece el periodista que interpreta el cada vez más interesante Manolo Solo, hacen que los personajes sean más completos y complejos en el mejor de los sentidos, aquí no sobra nada.

Por poner otra pega, que no quiero que vayáis con las expectativas tan altas que os conozco, la música de Julio de la Rosa se queda escasa. Parece que tenía miedo de comerse algo y el minimalismo le ha podido. Supongo que le estaba gustando lo que veía y prefirió echarse a un lado.

La Isla Mínima nos descubre que tenemos nuestra propia Louisiana, con su culto, su misterio y su miseria. Lo realmente importante de esta película es que supera a Grupo 7, anterior película de Alberto Rodríguez y con la que ya mereció flores en abundancia. Ahora no nos podemos despegar de la carrera de este tipo pero, de momento, presenta una de las mejores cintas españolas del año y un capítulo imprescindible dentro de su género.

Presence (Hozour)
Presence (Hozour) [Culinary Zinema] es un corto documental iraní de 18 minutos donde vemos una jornada de abgoosht, una comida multitudinaria anual donde se reúnen 5.000 personas para conmemorar la muerte del tercer imán chií. Todo esto lo sé por la información que aporta el festival porque el documental sólo presenta las imágenes de los iraníes sentándose en alfombras, repartiendo la comida y repitiendo el proceso, indagando en la cocina y terminando con la recogida y limpieza del lugar. Curioso visualmente y justo en su proporción, es lo que debió ser Edificio España, un corto.

Soul of a Banquet
Soul of a Banquet [Culinary Zinema] es un documental dirigido por el neoyorkino de adopción Wayne Wang. Responsable de cintas como Sucedió en Manhattan, Wang parece decidido en esta ocasión a rendir tributo a sus genes y nos presenta a Cecilia Chiang, la mujer que introdujo la autentica comida china en Nueva York. Chiang cuenta parte de su vida, su infancia, la llegada a la tierra de los sueños, donde por cierto no fue bien recibida en Chinatown por no hablar cantonés, su desesperanzador regreso al hogar, donde la revolución cultural había acabado con todo, y finalmente, la preparación de un banquete con sus platos caseros para degustar entre amigos. El problema de Soul of a Banquet radica en su montaje, a trompicones y salteado con rótulos que nunca sabes a cuento de qué vienen y que sacan a la luz la deficiencia estructural más que enmascararla. Escaso en documentos y participantes, básicamente son Chiang y dos amigas hablando a cámara, Chicote diría de esta cinta que tiene buenas ideas pero no conseguidas, que le falta punch. No salí con hambre y eso es un problema.

Hasta aquí la sesión peliculera de hoy, todo lo que no tenga que ver con esto lo encontraréis en San Sebastián día 1: lo otro.

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