Hasta el cartel tiene poca chicha |
El primer jarro de agua fría llegó con los Weinstein cancelando su estreno americano hace unos meses. Los tibios resultados de los pases de prueba parecían ser motivo suficiente para frenar la maquinaria y atrasar su estreno. Conociendo la reputación de Harvey Weinstein, imagino que dio algo de tiempo al director de Ágora para asumir algunos cortes que, seguramente, Amenábar se negó en aplicar. Su estreno ante audiencia española fue el segundo chasco, recibida con frialdad, y cosas peores, ante los asistentes del Festival de San Sebastián.
Las expectativas se calmaban hasta llegar a un nivel neutro, de cero absoluto, ni frío ni calor. Con esas fui al cine, esperando que los compañeros de prensa se hubiesen visto influidos por el oleaje donostiara que a menudo maximiza errores por la falta de sueño y el exceso de txacolí. Fui al cine sobrio, descansado, con el hype reducido pero con ganas de disfrutar de la nueva peli de otro de esos locos que demostró que aquí se puede triunfar contando buenos cuentos. Pues bien, es un truño.
La trama nos presenta a un detective que investiga en Minnesota un oscuro y complicado caso. Una hija acusa a su padre de abuso y, poco a poco, confiesa detalles que enturbian aun más la escena. Los rituales satánicos parecen estar de moda y cuando se practica una hipnosis regresiva en el olvidadizo acusado, la cosa se complica aun más.
Ufff qué mosqueo |
Pero que un personaje caiga mal desde su inicio, cuando desde luego no debería, es el menor de los males de este libreto desganado y televisivo. Con trampas y redundancias, avanza hacia una supuesta sorpresa final que ni sorprende ni apetece. Nada se sale de la anécdota, del titular sacado de internet, de la conversación de cuñados con el codo en la barra. Se me hace imposible imaginarme a Amenábar realmente implicado en esto. El ejemplo contrario sería Luces rojas donde cada plano transpiraba las ganas de Rodrigo Cortés por enseñarnos algo que sí le apetecía explicar.
Aun así, si alguien disfruta con las cintas de sobremesa de juicios familiares donde se puede descubrir al culpable cuando aun no se han recogido los platos, Regresión da hora y tres cuartos de esto.
A ver hija, qué mierdas pasa |
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