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Cartelón |
Un equipo español el que echa un ojo en la enigmática y, por lo tanto, irresistible Corea del Norte. Álvaro Longoria, director e imagen de todo esto, consiguió convencer a Alejandro Cao de Benós, el ahora mediático representante español del país asiático, para que les acompañase en un recorrido por el misterioso territorio a visitar con la cámara siempre encendida. Lo que nos encontramos es el tour preparado que a los que nos interesa esta región ya nos sabemos de memoria. Y nada más.
El infinito magnetismo que ejerce la RPDC hace que disfrute de cada segundo del reportaje, si digo que ya me lo sé es porque realmente me gusta indagar en sus calles gracias a los vídeos grabados por todos esos turistas que se han dejado guiar para visitar las imponentes estatuas de Kim Il-sung y Kim Jong-il para dejar flores, el majestuoso y poco transitado metro, los amplios comercios, el nuevo parque acuático, el piso piloto y demás puntos claves del trayecto.
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Sospechando |
La presencia del director en muchos planos, innecesaria y a capón como replicando sus documentales favoritos de Michael Moore, termina de lastrar un producto que está a punto de ser imprescindible y, a base de acumular errores, se queda en curiosidad simplona. Incluso la intro parece intentar emular al americano, pero luego no utiliza los recursos informativos que han hecho grande al responsable de Bowling for Columbine. A ver si copiamos lo bueno en vez de lo malo, que así no llegamos a ninguna parte.
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Fusilando al arquitecto del aeropuerto aquel |
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