15/10/15

Sitges 2015, día 5: las películas

Nueva jornada, nuevos títulos y nuevas ojeras. Reconozco que al listado de hoy le falta una peli que tenía preparada a primera hora pero, por lo que sea, la cama no me ha dejado ir. Una hora más de sueño no es mucho, pero cuando esa hora es casi la mitad del total, ayuda a no morir sentado, a oscuras, en las butacas asesinas de los cines de por aquí. Dicho esto, bienvenidos a la jornada más oriental de Sitges.

Gangnam Blues (Gangnam 1970) es una de esas cintas surcoreanas que contienen casi todas las señas de identidad de su cine. Escrita y dirigida por Yoo Ha, nos lleva al Seúl de los 70, corrupto y en ebullición. En esa época se llevó a cabo una limpieza de la zona sur, el Gangnam, y políticos y mafiosos de la zona se pusieron las botas jugando con los terrenos. La trama nos presenta a dos de los jóvenes expulsados del suburbio, obligados a buscarse la vida y viendo cómo sus caminos se separan cuando se afilian a bandas rivales. Venganzas, traiciones, infiltrados, dramas familiares, lucha de clases y peleas en el barro, Corea en estado puro. Es verdad que su exageración puede resultar cómica a ratos, pero como generalmente ocurre para juega al servicio de la imagen, se perdona.

The Crimson Whale (Hwasangorae) llega también desde Corea del Sur pero con menos fuerza. En lo que respecta a la animación, siguen tremendamente alejados de los japoneses pero claro, quién no. Este cuento que pretende ser naturalista y duro, está escrito y dirigido por Park Hye-mi, primeriza en ambos terrenos. La trama nos sitúa en una Tierra devastada por terremotos donde los supervivientes hacen lo que pueden por llegar al día siguiente. Una niña que vive de lo que gana vendiendo droga, es reclutada por un grupo de marineros que buscan una peligrosa ballena carmesí. Mezclando ideas aquí y allá, contradiciendo en ocasiones sus propias moralejas, Park no consigue contar un buen cuento ni moralizar a nadie. Aun robando a productos ya existentes, no logra conmover, algo a lo que no ayuda su pobre animación.

Helios (Chek dou) es un thriller que intenta ponerse tan serio que termina causando alguna risa. Producción hongkonesa dirigida por Longman Leung y Sunny Luk, cuenta el robo de un explosivo tremendamente peligroso por parte de un ladrón de fama internacional, el supuesto Helios. Agentes surcoreanos uniendo fuerzas con la policía de Hong Kong en una historia que pretende imitar el ritmo acelerado y tono elevado de 24 desesperadamente. A ratos el invento sale bien, las intrigas políticas tienen su miga y las cuatro escenas de acción están rodadas con gusto y pirotecnia, en eso no hay quién les pare. El problema viene con algunas triquiñuelas del guión y los planos forzados de sus interpretes mientras vemos un cacao de idiomas y artilugios sofisticados que chocan con la potencia que pretende tener. El final con cliffhanger es para aplaudir, eso sí, ojalá un Bond contra Helios.

Office (O piseu) nos devuelve a Corea del Sur, de donde no hace falta salir para encontrarse con todo tipo de experimentos. Este les ha salido muy bien, hay que reconocerlo. Dirigida por Hong Won-Chan, plantea un trama impactante desde el primer momento. Un oficinista se vuelve loco y acaba con su familia a martillazos, desaparece de su casa y es grabado por las cámaras de seguridad volviendo a su puesto de trabajo. No hay salida que se aprecie y sus compañeros empiezan a temer que siga entre ellos. Como si de un buen episodio de Expediente X se tratase, Office mezcla terrores reales con misterios inverosímiles que desafían la razón humana. La mezcla está bien medida y mejor presentada, saliendo en contadas ocasiones del edificio de oficinas para lograr que este sea el auténtico protagonista. Las buenas actuaciones del reparto y el final eficiente redondean este producto hasta hacerlo totalmente recomendable.

Last Days in the Desert me sacó de mi mundo asiático y me metió de lleno en el bíblico, mucho más sobrio aunque, en el fondo, igual de desconcertante. Escrita y dirigida por Rodrigo García, cuenta, como su título indica, los últimos días de Jesucristo en el desierto y su encuentro con una familia que allí vive. El mayor atrayente de este título, no nos engañemos, es ver a Ewan McGregor haciendo de Yisus y sí, funciona. Junto con la siempre imponente fotografía de Emmanuel Lubezki, lo mejor de la cinta es la actuación del escocés, especialmente cuando se desdobla y habla consigo mismo interpretando también al malo del libro. Poética, austera y asteta, García cuanta lo que quiere y lo hace de un modo elegante, sin ofender a nadie pero, me temo, sin calar demasiado tampoco.

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