El cartel que supera a la película |
El argumento se centra en un tipo que no termina de hacer nada con su vida y decide apostatar, descubriendo que es un costoso proceso ideado para que la Iglesia no pierda cifras de adeptos fácilmente. El resto de la película es una repetición de esta idea, repleta de resquicios oscuros que nunca llegamos a disfrutar.
Sosa y anodina, juega a representar el vacío existencial del protagonista como único patrón de la trama, forzando el chiste de la vagancia diaria hasta calar en el espectador. Todo desde un supuesto humor negro que hizo las delicias de muchos de los presentes pero que no terminó de funcionar conmigo, de morros con la película desde que a la media hora me rendí a su obvio naderío.
Excentricidades por aquí, quejas por allá, llegamos al final de El apóstata sin que realmente haya sucedido nada y hay que entender ese hecho como la mayor propuesta del director, el uruguayo Federico Veiroj. Al menos es consecuente, nada de nada, en todos los sentidos. Truñete al canto.
Charleta incómoda |
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