22/10/15

Sitges 2015, día 8: las películas

Octavo día, como aquel octavo pasajero. Para celebrarlo la cosa empezó con un recuerdo para el creador de la bestia, el xenomorfo definitivo. Luego vinieron muchas de las esperadas, y es que llega el final y es hora de ir pillando las que se están marcando con un farol rojo a la puerta del cine. Zombies japos, más leyendas de la industria y sanguinolentos juegos de niños, una jornada completita.

Dark Star: H.R. Giger's World (Dark Star: HR Gigers Welt) es un documental dirigido por Belinda Sallin que nos presenta al artista en su casa durante las que, por desgracia, fueron algunas de las últimas semanas de su vida. No trata de repasar la importancia del trabajo de H.R. Giger en nuestra cultura, si no que nos presenta a Hans Ruedi, el hombre que pintó lo que le daba miedo y, a partir de ahí consiguió enraizar en las pesadillas de los demás. No sirve para presentar al genio a los neófitos, si desconoces su carrera no vas a salir de la sala con mucha más información que bocetos para Alien, el octavo pasajero por aquí y demás criaturas orgánicas y vaporosas por allá. La cinta sólo será útil para el que ya idolatre la trayectoria del suizo y quiera respirar su ambiente casero, pasear por su interminable y deslavazada librería y soñar con el tren del terror que él mismo creó en su jardín. Todo esto sería estupendo si ya hubiese un documental que hiciese justicia a Giger pero, como no, supongo que este no supone más que un capricho mitómano.

The Invitation es la peli de la que todo el mundo termina hablando en este Festival, por eso me apunté con ganas a este último pase que llenó la sala de despistados que, como yo, hicieron caso de la recomendación popular. Suele ser injusto empezar con comparaciones pero, como todo el mundo saca a colación la misma, sigue el camino de otros éxitos de la charleta de salón como The Man from Earth o Coherence y sí, puede que por su limpieza supere a la primera, pero está un escalón más abajo de la segunda. La trama nos presenta a un grupo de amigos muy diferentes que se reúnen tras varios años algo despegados. Los anfitriones, responsables de esa cita especial, parecen haber cambiado gracias a una especie de movimiento espiritual al que se han unido. Los presentes deberán ir decidiendo hasta qué punto la cosa es más o menos seria de lo que parece. Elegante, bien escrita y con una escalada final de clase de guión, las sensaciones con las que uno sale de la proyección son poderosas. Con Karyn Kusama en la cuidada dirección y Phil Hay y Matt Manfredi firmando el libreto, han sabido cómo generar tensión desde el principio aunque, debo reconocer, que pueden haber abusado de los tiempos en los dos primeros actos.

I Am a Hero es una nueva comedia de zombies alocada, llegada esta vez desde las viñetas de un exitoso manga y adaptada en imagen real por Shinsuke Sato, responsable de otros live action menos afortunados como Gantz. La trama sigue las desventuras de Hideo, un apocado mangaka que sobrevive imaginando un mundo en el que es el triunfador que no se atreve a ser. Coincidiendo con una bronca con la novia y un nuevo palo laboral, se desata una plaga zombie que le obligará a sacar lo mejor de sí mismo o morir en el intento. Divertida, rápida y salvaje, I Am a Hero no se anda con remilgos a la hora de explotar cabezas y esparcir cerebros, de hecho, juego a la repetición constante de este efecto consiguiendo la carcajada del público en varias ocasiones. También es cierto que ciertos momentos están algo alargados, que supere las dos horas es un escollo para la comedia que vuelve a atragantarse. Una pena porque con un poco de tijera, podría entrar con facilidad en el top de las zombiecom.

Smoke and Mirrors: The Story of Tom Savini es otro de esos documentales que no consiguen consiguen hacer justicia al fondo por culpa de la forma. Tom Savini es otro de esos tipos a los que idolatrar sin freno, una leyenda del maquillaje y los efectos especiales más artesanales y gamberros que lleva en el imaginario de los fans del género desde hace cuatro décadas. Martin, Zombi, Maniac, Viernes 13, Creepshow... títulos legendarios además de personajes inolvidables como el maldito Sex Machine. El problema es que este documental, dirigido y producido por dos amigos personales de la leyenda, se centra en su vida privada, que tampoco es nada del otro mundo, y deja en segundo plano sus logros laborales, que es lo que a la mayoría nos interesa. Si al menos estuviese bien presentado, serviría como curiosidad igual que Dark Star: H.R. Giger's World, pero la edición tiene un nivel de Movie Maker tan justo que termina pareciendo el video de la boda de un amigo que ya no lo es tanto. Problemas con el sonido, tipografía de Word Art y momentos de piano melancólicos cuando Savini se pone serio que hacen imposible contener una sonrisa de vergüenza. Lo más interesante fue la charla con el protagonista que hubo tras la proyección. Me sentí dentro de aquel capítulo de Los Simpson en el que Bart no puede entrar en La mazmorra del androide para ver un coloquio del maestro del splatter. Luego la cosa se complicó cuando Xavi Daura, también presente, hizo una pregunta y transformó la experiencia en un enter Da Suisa, pero eso ya es otra historia.

Cooties es otra de esas pelis que presumen de tener a Elijah Wood de productor y que se cuela en Festivales de este tipo, y van seis. La verdad es que el tipo lo tiene muy claro y esta vez, a las órdenes de los debutantes Jonathan Milott y Cary Murnion, le ha tocado ser también protagonista. Cooties es otra salvaje comedia de zombies, sanguinolenta y, esta vez sí, de ritmo frenético y duración justa. No se anda con tonterías, desde el principio se mete en harina y demuestra que el mundo en el que funciona su historia es absurdo y estúpido, algo muy agradecido para la avalancha de gags que contiene. La trama encierra a un grupo de profesores en un aula mientras son asediados por un virus que transforma a los niños, y sólo a los niños, en devoradores de cerebros. Utilizando su mayor chiste una y otra vez, aquello de repartir estopa a menores, los guionistas Ian Brennan y Leigh Whannell han sido lo suficientemente hábiles como para colar bromas con otras subtramas absurdas que, por otro lado, no ralentizan nada. El resultado es un despiporre que funciona a la perfección en una sala llena de gente con hambre de tontería. Posiblemente el mayor aplauso de El Retiro en esta edición del festival vino con el final de esta cinta.



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