6/10/14

Sitges día 2: lo otro

Bienvenidos a la montaña rusa de las cosas muy locas. Por favor, pónganse cómodos y disfruten de la atracción. Recuerden que en cualquier momento pueden volver a la realidad pulsando en Sitges día 2: las películas. No saquen brazos ni piernas fuera del vehículo y agárrense fuerte a la barandilla de seguridad. Comenzamos.

Pistola con chinos de la suerte de Sucker Punck
Noto un ruido que no reconozco pero me obliga a despertar. Viene de arriba, como todo, lo bueno y lo malo. Miro el reloj, las 06:55. Parece que mi vecina superior también quiere reservar invitaciones a las siete, eso está bien, así queda ella de plasta porque yo, que había puesto la alarma sólo un minuto antes de en punto, elimino cualquier rastro del teléfono hábilmente. Consigo las entradas que quiero y, satisfecho, me dispongo a dormir dos horazas más, a lo loco.

Cuando me despierto, hay alguien en el baño y tres personas más esperando. Lo bueno es que como está justo delante mía, puedo ver tumbadito en la cama cuando me toca, lo malo es que parece que soy el último. Aprovecho para ir poniendo al día las tareas de internauta y sentirme adelantado a mi tiempo. Noto algo en el brazo, una pequeña hormiga avanza sin demora hacia un destino incierto. Se topa con mi dedo y es catapultada a la estratosfera. Qué raro, una hormiga en un sitio tan limpio.

Drogas y demás movidas tochas de Minority Report
Cuando me toca disfruto de las comodidades de un baño enorme y sin pestillo, es decir, ninguna porque soy muy pudoroso y me da miedo. Me ducho en una de las tres alcachofas disponible y rezo para que ninguno de mis vecinos sea un hippie con ganas de compartir la pared. Me echo gel en el pelo, champú por el cuerpo y repito esto mismo pero al revés cuando descubro lo tonto que soy. Al salir y organizar mi mochila con los apuntes del día, ojo que parece que voy a estudiar, qué morro tengo, descubo otra hormiga, esta ver en mi maleta. Mosqueo.

Bajo a desayunar y encuentro una selección de zumo de frutas, específicamente de varias naranjas. Leche con un bote de colacao, gracias, un cubo de sobrasada que parece lista para enfoscar una pared y los ingredientes necesarios para hacer tostadas de mermelada o aceite. Me chuto energías suficientes para aguantar la jornada y parto hacia el tajo.

Más flipadas de Sucker Punch, peli loquísima
Esta vez no arriesgo y voy en coche, que luego por la noche puedo morir a la vuelta y lo sé por experiencia. De pase en pase me noto agotado hasta que ya no puedo más y me siento en las colas pero me pongo de pie durante las películas.  Parece que todo me importa poco, duermo indistintamente tanto en las que me gustan como en las que no. Es apagar la luz y estar sentado en una butaca y caer en las garras de la cabezada violenta.

Lo cierto es que todo el mundo está igual. Si se grabase durante la proyección de la película al público, se vería como de manera continua siempre hay alguien en tremendo combate contra la gravedad. Cuantísimo trabajo de cuello se está haciendo aquí, no sé los G que nos obliga a soportar el sueño pero pero me veo como para pensarme lo de la F1.

Entre las salas, esos sitios míticos por los que deambulamos con ojos cerrados, puede verse, aunque ya digo que cuesta, una pequeña exposición con algunos objetos originales de nivel reliquia para nos enfermos que estamos aquí. Las fotos que acompañan este texto pertenecen a esa exposición. Podría poner alguna de la marcha zombie pero como no salí del cine me la perdí. Es lo que hay.

El jersey, gorrete y "cuchara" del tío Krueger
El día termina con una cinta imposible en Hong Kong y yo vuelvo al albergue. Sólo tengo un compañero en este momento, el resto deben de seguir en el festival en la sesión golfa. Yo no puedo más y apago la luz.

Al segundo la enciende mi compañero, parece que estaba leyendo. Incapaz de comunicarme con él por vergüenza, me quedo muy calladito a la luz de las bomillas. El cansancio hace efecto y parece que voy a dormir cuando noto un cosquilleo. Pero bueno ¿otra hormiga? Sigo su rastro guiándome por técnicas heredadas durante generaciones, y porque se ven hormigas andando durante unos pocos centímetro. Al final de la cola de incestos está su santo grial, un bollete que mi compañera se ha dejado aquí y que ya no sólo no se va a poder comer, si no que con la tontería me va a buscar problemas.

Gizmo está muy quieto, muy tranquilo, no, no hace nada
Cuando vuelvo a la cama creo notar bichos por todas partes. Miro y efectivamente tengo bichos por todas partes. Ante la incredulidad de mi yo futuro y descansado, ese burgués, me quedo profundamente dormido y las hormigas conmigo. Todos en uno, uno dos.

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