10/10/14

Sitges día 6: lo otro

Ya sabéis que lo de las críticas es en Sitges día 6: las películas, no sé por qué seguís molestando. Que esto es una zona privada por favor, salgan. Bueno venga, que voy:

PROBLEMÓN. No hay tiempo material para todo lo planificado. Ver películas, escribir entradas y dormir, elige dos. Hasta hoy me he quedado con las dos primeras pero cuando me he desmayado en mitad de una proyección he pensado en lo de dormir. Tampoco ha sido para tanto porque estaba sentado en una cómoda butaca y a oscuras, es decir, no se ha notado que he estado inconsciente durante un rato.

ET se está poniendo imposible
El caso es que cuanto más liado estás, más problemas te asaltan, esto lo sabe todo el mundo. Por eso, cuando he visto cómo mi resumen del día de hoy había desaparecido al ir a colgarlo, me ha cabreado pero no me ha sorprendido. Una vez recuperada la calma, he ido a vendarme las heridas de los puños magullados durante el ataque de ira y he vuelto aquí, dispuesto a contar algo nuevo y olvidarme del texto perdido en el cielo de los procesadores.

¿Mi día? ya lo sabéis, no os quiero molestar con eso. Como además estoy cómodo en el albergue, no puedo sacar mucha chica de ahí. Sigo siendo masacrado por algún insecto que me está cuajando de picotazos. Lo único que encuentro por ahí son hormigas enanas pero no sé si esos bichos pican y, si lo hacen, qué tienen en mi contra.

La comida de hoy ha sido mi momento más social de la semana ya que he ido con humanos que me hablaban directamente. Es verdad que en su mayoría no en mi idioma, pero se hace lo que se puede. He descubierto que el centro de Sitges está llenos de terrazas que parecen diferentes por su mobiliario pero que comparten una carta gigante. En todas puedes comer pizza, paella, hamburguesa, bocadillos, kebabs y cualquier otro elemento de restauración que se te ocurra. Ojalá todo venga del mismo sitio, al final de la calle, donde un sólo cocinero saturado abastece a veinte restaurantes mientras piensa en sacar el país a flote. Al final del día llegará a casa, verá a su mujer y a sus hijos ya dormidos, abrirá una lata de cerveza y llorará en un pequeño balcón por no haberse atrevido a realizar su sueño, ser tornero fresador.

El peor día de Superman
La maratón nocturna de películas fue una experiencia muy bonita y muy de estar loco. Salir a las 06:45 del cine para correr al albergue a buscar un ordenador para conseguir a las 07:00 los pases del día siguiente es como para meternos en la cárcel a todos por payasos. No termino de creerme que muchos no se queden por el camino. Tengo la certeza de que Sitges terminará llena de cuerpos de redactores exhaustos con entradas y horarios mil veces subrayados en la mano. La justicia buscará a Ángel Sala, director del festival, y le dará su merecido, por sobrecargar agendas y batir cerebros con una programación inabarcable.

Cuando llegué a la cama me desmayé otra vez, con la suerte de que cuando ocurrió estaba justo delante del colchón y caí en posición de dormir. No sé si podré despertar nunca pero si ocurre, intentaré desmayarme en mitad de la calle para que os entretengáis más. Cabrones.

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